El escritor sueco que recorre las calles de Medellín vendiendo libros

Björn Lundén es una figura atípica que camina por las calles de Medellín. Usa un traje negro a rayas blancas, de cuerpo entero, que le da un aspecto de unicidad. Va por Laureles inclinando un poco el cuerpo hacia adelante, arqueando las cejas para saludar a algún desconocido.

Sus ojos, demasiado diáfanos para el trópico, se entrecierran cuando saluda a un cliente. Pero lo único genuino en Björn no es su figura es, sin duda, un personaje sin igual en la ciudad: es sueco, escribe novelas en español y él mismo sale a venderlas en las noches, caminando entre avenidas, deambulando entre bares y restaurantes en donde a veces no es bienvenido.

Björn ha publicado más de 60 libros. En Suecia, dice, es un escritor famoso, reconocido por varios textos sobre economía. Sin embargo, decidió dejar su país para vivir como nómada. Estuvo seis años en Ruanda, África, donde vivió con su exesposa. Pasado ese tiempo, luego de separarse, pensó que era momento de habitar otro lugar, uno que no fuera conocido, que alentara su curiosidad.

Entonces preguntó a sus amigos a dónde ir. Todos, sin excepción, le recitaron la misma lista de ciudades: Bangkok, París, Bombay. Si quería venir a América Latina, le dijeron, la mejor opción era Buenos Aires. “¿Qué tal Colombia?”, preguntó. La respuesta de todos, al unísono, no se hizo esperar: “¡No! Muy peligroso”.

Sin saberlo, los amigos le dieron el impulso que necesitaba. “Todo el mundo me dijo que no viniera a Colombia, que era muy peligroso. Entonces, sin ninguna otra razón más que llevar la contraria, me vine para Medellín hace cuatro años”, cuenta el sueco.

Luego de vivir en El Poblado, en donde se aburrió de las lomas y los turistas, Björn escogió a Laureles como su lugar de residencia. Pero, más allá de su nuevo barrio, este se convirtió en la guarida del escritor. Entre las primeras empresas que emprendió en la capital antioqueña se destaca la traducción de una novela que había escrito en sueco. Padre ausente, como fue bautizada en español, está ambientada en Ruanda y es protagonizada por Martín, un extranjero que se deja seducir por las costumbres africanas.

«Es un tema raro, es cierto, pero no hay nada de morbo ni de porno en él.»

Björn se cansó de escribir libros de economía y prefirió pasar su tiempo fabricando ficciones. Por eso, en su apartamento ha comenzado a formar una biblioteca con grandes clásicos en español como El Quijote o El cantar del mio Cid.

Pero la empresa más arriesgada, hasta cierto punto quijotesca, nació cuando quiso escribir un libro en español. “Es mucho más complicado escribir en un idioma que no es el tuyo, ese fue el reto mayor de esa novela. Pero conté con la ayuda de un profesor de la Universidad Pontificia Bolivariana que me ayudó, sobretodo, con la jerga paisa”, relata.

La novela, titulada Dot.com, narra la historia de una modelo webcam que vive en Santo Domingo Savio, en las laderas nororientales de la ciudad. Pero al mismo tiempo se desarrolla otra trama, la de un joven de más de 30 años, inexperto y hasta cierto punto fracasado con las mujeres. “Es un tema raro, es cierto, pero no hay nada de morbo ni de porno en él”, dice. Explica, como justificándose, aunque con cierta ironía sutil, que el libro no tiene nada de autobiográfico: es pura imaginación.

Vendedor de literatura

Lundén tiene 75 años y vive de una pensión que logró en su país. Uno de sus pasatiempos es montar en bicicleta. Foto: Esneyder Gutiérrez

 

Como un ritual, Björn sale de su casa, cada noche, usando el traje negro ‘a lo Frank Sinatra’, como él mismo dice. A pesar de que a primera vista puede parecer suntuoso, cuenta que lo compró por 60.000 pesos a unas monjas de Envigado.
Va acompañado de Ana Maya, quien lo secunda y lleva los libros para la venta en una bolsa de lona. “Acá en Laureles solo hay dos restaurantes que me permiten entrar a vender. En otros me dicen que me salga. Yo les digo: ‘yo soy un vendedor de literatura, no de cigarrillos’”, anota.

En la carrera 70 se detiene, busca a quién ofrecer su obra. Para ello tiene un libreto que llama la atención de sus escuchas de forma casi infalible: “Soy escritor, soy de Suecia. Ahora estoy vendiendo mi nueva novela en español”, dice. Las personas lo miran como se mira a un ser único, extravagante. Pero el discurso no ha terminado: “Cuesta solo 15.000 pesos. Pero, si tienes una oferta mejor, estoy dispuesta a escucharla”, remata.

Varias veces durante la noche le ofrecen menos de los 15.000 pesos. Björn no tiene problema en que le den 8.000 por su obra, su deseo es llegar a los lectores medellinenses.

Incluso, cuenta que una vez un cliente le hizo una oferta curiosa por el libro: una cerveza artesanal. No rechazó la oferta y decidió tomarse la cerveza y entregar el texto. “Mi vida, toda mi vida, no ha sido más que una broma”, dice.

Cada que vende un libro hace una pequeña venia al comprador y le ofrece su firma. Esta, la mayoría de las veces, viene acompañada de una foto que queda como el recuerdo del escritor sueco que vende sus libros en las calles de Medellín.

«Mi vida, toda mi vida, no ha sido más que una broma»

Luego de cruzar la 70 entra a uno de los dos restaurantes en donde le permiten vender sus libros. Con sigilo, aunque con una visible determinación interior, se acerca a una pareja que comparte una pizza. Con un gesto teatral, un poco exagerado para el lugar, ofrece su más reciente obra. Pronuncia una vez más el discurso casi infalible. Otro libro vendido en la noche.

El cliente, luego de ver la firma todavía húmeda, le pregunta a Björn si le gusta García Márquez. Al escuchar el nombre, el sueco saca su billetera, que tiene estampada la imagen del nobel; se arrodilla, mira al techo, besa la imagen del escritor colombiano.
Al final, el sueco vuelve a salir a la noche de Laureles. Va camino a su casa. Logró su cometido, conquistó un nuevo universo de lectores. Todo ha valido la pena.

FUENTE: El Tiempo