Muere Jesús Hilario Tundidor, una de las principales voces de la poesía española de los sesenta
En el alba de este mes de mayo se ha despedido de nosotros una de las principales voces de la poesía española de los sesenta, el poeta zamorano Jesús Hilario Tundidor, premio de las Letras de Castilla y León. Nacido en 1936 su vida se fue construyendo, según el mismo señaló, a través de “la triple arquitectura de la palabra, la inteligencia y el corazón”.
Más de una docena de títulos así lo constatan: desde la obtención del premio Adonais en 1963 con ‘Junto a mi silencio’ hasta ‘Mausoleo’ y ‘Fue’, pasando por libros tan memorables como ‘Tetraedro’, ‘Repaso de un tiempo inmóvil’, ‘Construcción de la rosa’ y ‘Las llaves del reino’. Todos ellos fueron reunidos en dos volúmenes por la editorial Calambur bajo el título de ‘Un único día’. A los que hay que añadir ensayos fundamentales sobre la creación poética.
Jesús Hilario Tundidor vivió entregado a la escritura como “lugar donde sucede el mundo, se ordena el caos y se produce la salvación ontológica”. El poema fue siempre para él lugar de la duda, de la pérdida, de la dicha, de los orígenes y de la resurrección, trazando un itinerario conducente a que el lector pudiera descubrir la verdad de su existencia. Todo ello conseguido a través de la fusión de lo íntimo y de lo colectivo, dentro de una plena inserción en lo telúrico, mediante la convivencia de lo real y lo onírico, con una gran carga simbólica, con una música interior que llega a prestar cuerpo a lo invisible y la existencia de una auténtica metafísica del cuerpo femenino.
Una poesía, la de Jesús Hilario Tundidor, fecundada por un lenguaje popular y culto, vanguardista y clásico, provocadora de estados emocionales de gran pureza. Y todo nutrido por dos grandes fuerzas: la del amor y la de arte, capaz este de convertir el instante en eternidad
Hay también en los poemas de Hilario Tundidor una lucha dialéctica con el Tiempo, en la que intervienen como interlocutores filósofos como Heráclito y Kierkegaard; escritores como Baudelaire, Eliot y Claudio Rodríguez, y músicos como su dios, Mozart. Se trata de una obra en la que la Naturaleza tiene un carácter constitutivo, que no se alberga en una torre de marfil, sino que siempre cuenta con el otro, hacia el que observa, en expresión de Jaime Siles, “un epicúreo sentimiento de piedad”.
Su otra patria, además de la lengua, España, está también muy presente en su creación. Las preguntas entonces por su reciente historia de heridas producidas por nuestra Guerra Civil se tornan encarnación. En fin: la obra de Jesús Hilario Tundidor, que nos ha dejado a los 85 años, es tan rica semánticamente, tan variada, emocionante y solidaria, que el lector se ve envuelto en una doble energía carnal y espiritual. Más allá de su muerte, su lectura incorporará celularmente en nuestro ser tiempo, historia y cultura. Y es que sus poemas son la vida misma en sus versos respirada.