Venecia se convierte en un museo gigante y cobrará entrada a partir de enero de 2023
Venecia se vio invadida por casi 150.000 turistas el domingo de Pascua de Resurrección. Teniendo en cuenta que los residentes son poco más de 50.000, la ciudad de la laguna se convirtió en un caos, sobre todo en el centro histórico, con una muchedumbre incontrolable, lo que hizo gritar al jefe de la policía municipal, Marco Agostini: «Esto es un delirio». Se comprobó que el 20 por ciento de los turistas extranjeros eran alemanes, seguidos de ingleses (13 %), franceses (12 %) y españoles (11 %).
Con la ciudad todavía sobrecogida por una masificación turística muy difícil de gestionar, el ministro de Bienes Culturales, Dario Franceschini, se ha mostrado favorable a imponer límites al turismo en las ciudades de arte, partiendo ya de las reservas que serán necesarias para entrar en Venecia a partir de julio.
«La masificación de las ciudades de arte es un problema real, que ya existió hasta enero de 2020 y que ahora, tras la pandemia, vuelve y se hará cada vez más imponente. La fragilidad de algunos lugares italianos no es compatible con números de este tipo», ha dicho el ministro Franceschini en la inauguración de la 59ª edición de la Bienal Internacional de Arte de Venecia. «Era previsible que, después de dos años de pandemia, hubiera una acumulación de turistas que quieran ver Italia y Venecia al menos una vez en la vida -dijo el ministro-, pero retornan los mismos problemas que había antes de la emergencia sanitaria. Por tanto, es justo imaginar que haya mecanismos de regulación de flujos de visitantes para los lugares italianos de belleza y de arte que se vean masificados».
Los medios italianos se hacen eco en estos días de la vuelta masiva del turismo en muchas ciudades italianas, desde Pompeya a Roma y desde Florencia a Venecia, con la invasión de sus centros históricos y colas interminables para visitar museos y monumentos. La situación se hace ya insostenible en Venecia. Su alcalde, Luigi Brugnaro, considera que «ha llegado ya el momento de pensar seriamente en un límite de entradas a partir del verano».
Se comenzará de forma experimental, durante seis meses. El regidor veneciano ha anunciado que en julio una plataforma informática gestionada por el ayuntamiento registrará las reservas de las personas que pretendan entrar en Venecia. No será obligatoria, pero quienes hagan la reserva tendrán incentivos. «Pueden ser una reducción en la entrada a museos u otras formas que estamos perfeccionando y que se anunciarán en las próximas semanas. Quienes no reserven no tendrán ningún incentivo», afirma el concejal de Turismo, Simone Venturini. «Seremos los primeros del mundo en esta difícil experimentación», ha añadido Brugnaro.
A mediados de enero del 2023 será obligatoria la reserva y se pagará un tique. Se colocarán torniquetes en lugares clave de la ciudad para verificar la reserva. Las personas que se alojen en hoteles no tendrán que pagar ninguna tasa de acceso, porque ya existe el impuesto turístico diario (actualmente se pagan entre 1 y 5 euros, según la categoría del hotel), pero sí pagarán el tique quienes no pernocten en la ciudad.
El precio del billete de entrada dependerá de la cantidad de visitantes que haya en la ciudad. Se partirá de una tarifa mínima de 3 euros para los días en que haya pocos turistas y no haya caos en el centro histórico. Pero si una persona visita Venecia cuando se llena de gente, deberá pagar la cuota máxima, que será de 10 euros. Este billete más caro se impondrá cuando se llegue al umbral de 40.000 visitantes al día, excluidos los turistas alojados en hoteles. En principio, no se pretende que haya un número limitado de turistas, sino que el objetivo es desincentivar la visita elevando el precio de la entrada al máximo previsto por ahora: 10 euros.
«Es una revolución -destaca Venturini-. Hoy se hacen reservas en museos, pero ninguna ciudad lo hace. Empezamos de forma experimental, porque serán necesarios ajustes, ya lo sabemos, pero es el único camino posible».
La clave para controlar el flujo turístico está en los medios técnicos. Venecia cuenta ya con la tecnología adecuada, mediante una Sala de Control Inteligente donde se procesan todos los datos registrados por los sensores repartidos por la ciudad. «Los sensores captan la señal del teléfono móvil y reconocen la procedencia de la persona por el código de área, y por los movimientos ven si es un turista diario, si pernocta, además de otros datos», explica el concejal de Turismo. «Gracias a este sistema podemos por primera vez saber con certeza cuántas personas hay en la ciudad», concluye Venturini.
Por su parte, el concejal de Hacienda, Michele Zuin, explica: «Tendremos una plataforma única para administrar las reservas; todos recibirán un código QR para mostrar. Ya estamos en contacto con los hoteles: al interactuar con su sistema de reservas, podremos enviar a sus huéspedes las comunicaciones necesarias, como la exención de la tarifa de acceso».
En definitiva, Venecia pretende, porque así lo exige también la Unesco, evitar que la ciudad de los canales se convierta en una especie de Disneylandia del mar, invadida por más de 20 millones de turistas al año, sin medidas adecuadas de acogida, lo que causa la paulatina huida de los residentes.