«EL VACÍO IMAGINADO»

Desde los lejanos tiempos en que Galileo Galilei con su telescopio observó los cráteres lunares, nuestra manera de ver y comprender el mundo, nunca volvió a ser la misma.

De esta manera la fotografía cual máquina del tiempo nos ha revolucionado la mirada y la percepción del mundo, al construirnos un mapa inteligible de la superficie visible de la tierra y el cosmos, tal como comparece frente al lente, soportando el pasado y abriéndonos una puerta sensorial, permitiéndonos adentrarnos en el.

Y es en esta coyuntura temporo-espacial donde reside la interesante obra fotográfica de Fernando Mercado, quien fiel a su espíritu provocador, nos presenta en esta muestra (ahora digital), una selección de imágenes en donde la cápsula espacial por el dirigida, nos transporta a una dimensión tiernamente apocalíptica, atada a una poética multiforme y plena de plasmaciones efímeras en la que la fragmentación compositiva se transforma en el eje critico de la exposición.

Estas imágenes provenientes del hemisferio Norte donde reside durante casi dos décadas, nos vuelve a confrontar con sus inicios de antropólogo urbano, en la que la búsqueda de una geografía cultural distinta e igual al mismo tiempo, sin importar el cambio de meridiano, hace que la nostalgia contenida emerja evocando aquello que ya no somos, todo aquello que hemos perdido, a las infinitas ausencias del presente, desnudando una sociedad maquillada a través de su lente.

Sabiendo que una imagen fotográfica puede ser quizás un objeto de Arte, un ítem de investigación etnográfica, una amarillenta reliquia familiar o todas las anteriores, Mercado nos impulsa a mirar más allá de lo que se ofrece a simple vista, en ampliar nuestra mirada para poder descubrir lo que permanece oculto, o lo que Platón llamaba “la segunda navegación”, formula que sin embargo exige arriesgar su punto de vista y saltar de vez en cuando tomando caminos mucho más cercanos a otras disciplinas como la pintura o el grafiti y encontrarse con una realidad cambiante y las seudo verdades proyectadas y reflejadas.

Luz otoñal, sombras diagonales, pieles urbanas corroídas por el tiempo y el desacreditado calentamiento global, manchas anodinas, desechos industriales, signos gráficos de la decadencia humana, la vegetación anarquista enfrentada al carcomido hierro, los colores desgastados, la arquitectura bizarra, la huella del hombre en el entorno, todo aquí nos conduce a mirar de otra manera, a tomar una actitud que nos deje pensando, sintiendo, compartiendo ese universo sin la catastrófica pero necesaria presencia humana, capturando visualmente aquello que desearíamos volver permanente en un tiempo detenido, una ciudad vacía y perdida en la niebla de los tiempos, o la imagen de un desolado cráter terrestre a través del telescopio invertido de Galileo.

Daniel Angulo.

Pembroke Pines, Florida.
2020