El cuento del puñetazo de Mario Vargas Llosa a Gabriel García Márquez
“Ese libro será un montón de mentiras”, dijo Mario Vargas Llosa hace unas semanas a EL PAÍS cuando se le preguntó por la inminente publicación de Los genios (Galaxia Gutenberg), del escritor Jaime Bayly (Lima, 58 años). El pasado miércoles, en el aristocrático hotel Wellington de Madrid, su autor lo corroboraba: “Sí, está lleno de mentiras, como toda novela, pero no de mentiras caprichosas ni antojadizas sino creíbles, verosímiles”. La obra comienza, antes de comenzar, con una advertencia redactada por él mismo: “Este libro no es un texto histórico ni una investigación periodística. Es una novela, una obra de ficción, que entremezcla unos hechos reales, históricos, con unos hechos ficticios que provienen de la inventiva del autor”. Bayly añade ahora: “Déjame hacer una salvedad: no es un texto histórico pero es una novela histórica; y no es una crónica periodística pero es una novela que he investigado desde la curiosidad periodística, digamos desde mi condición de periodista”. Por si no fuera suficiente con la fe notarial antedicha, aun antes de empezar la novela legitima su género citando al propio Vargas Llosa en Historia de Mayta: “Algo que se aprende, tratando de reconstruir un suceso a base de testimonios, es, justamente, que todas las historias son cuentos, que están hechas de verdades y mentiras”. Luego, ya sí, empieza:
“―Esto es por lo que le hiciste a Patricia ―gritó Vargas Llosa”.
“Dijo ‘por lo que le hiciste’, no ‘por lo que le dijiste’ como algunos han dicho”, precisa Bayly, que asegura haberlo contrastado con una persona que estuvo allí. Allí es 1976 en un cine de la Ciudad de México el día en que Vargas Llosa noqueó de un puñetazo a Gabriel García Márquez. Los genios son ellos y el libro es la novela sobre el final de su amistad.
Nunca se ha sabido qué pasó. Si García Márquez le hizo o le dijo algo a Patricia Llosa. El Nobel colombiano murió en 2014 sin haberlo desvelado. El Nobel peruano, a sus 86 años, tampoco lo ha hecho ni lo hará. Manuel Jabois, en una entrevista reciente en EL PAÍS, le volvió a preguntar qué pudo romper su relación. El escritor respondió: “Mujeres, simplemente”. Bayly les preguntó a los dos. A García Márquez, en Washington en los años noventa. “Me dijo: ‘Yo no me peleé con él, él se peleó conmigo. Y no te voy a decir nada más, habla con mis amigos”. A Vargas Llosa, en Lima a bordo del BMW dorado de Mario. “Me dijo: ‘No voy a hablar nunca de ese tema’, muy serio. Y enseguida: ‘García Márquez tiene cáncer’. Lo recuerdo como si fuera ayer. Fue en el año 1985. Gabo todavía vivió 30 años más”.
El hermetismo en torno al mítico puñetazo ―plasmado en la mítica foto con el ojo morado que se hizo tomar el coñón García Márquez― le pareció siempre a Bayly “muy literario” y lo motivó a atravesarlo con su cruce de fábula y hechos.
“Cuando dos genios se niegan a hablar de algo así, ¡hombre, están picando tu curiosidad literaria! Porque yo entiendo la literatura como abrir el armario para ver qué esqueletos hay”. Afirma que la obra está basada en una labor de documentación y recogida de testimonios que se remonta a los noventa. De bibliografía cita biografías de García Márquez y sobre todo el enciclopédico Aquellos años del boom, de Xavi Ayén. De testimonios, escritores como Jorge Edwards, Plinio Apuleyo Mendoza, Tomás Eloy Martínez o Álvaro Mutis. Y a la legendaria Carmen Balcells, agente de los dos nobeles y años más tarde de Bayly, que en el libro la califica de más inteligente que ellos dos juntos: “Una criatura sobrenatural, un huracán de vientos nobles, inventora y domadora de todos los genios”.
El conocimiento acumulado le permite realizar un rico perfil psicológico y contextual de Mario y de Gabriel en los nueve años que duró su amistad, y más concretamente en la fase que más le interesa, los dos años previos al puñetazo, en los que, según relata en el libro y asevera en la entrevista, Vargas Llosa dejó a Patricia por otra mujer. “Qué pasa entre Patricia y Gabo en ese momento, ahí está el secreto de la novela; es más, qué pasa entre Patricia y los gabos [Gabriel y su esposa, Mercedes Barcha, fallecida en 2020], qué le dijeron los gabos, qué aproximaciones hizo don Gabriel a Patricia, si acaso, y qué ocurrió entre ellos”.
En la novela, Bayly propone un desenlace. No lo destriparemos, solo diremos que es moderado para lo que se podría esperar del autor, enfant terrible de la élite limeña, de inteligencia muy aguda, otrora desaforada y hoy más destilada.
Pero lo importante del libro no es cómo resuelve el chisme. Lo valioso de esta novela histórica es cómo ilumina ese acontecimiento que trascenderá a todo y que es la amistad fraternal ―y su ruina― entre dos gigantes de la literatura. En eso el libro ofrece información valiosa y editada con tino desde la misma foto de portada. Bayly la encontró en el archivo de la revista peruana Caretas y la adquirió. Es suya. Y es única. Hace unas semanas que se han conocido en Caracas. Están en Lima después de dar una conferencia. Los dos de traje y corbata. Mario sostiene un pitillo y desde su mayor altura, sonriente, mira con el rabillo del ojo a Gabriel, cómodo pero no tanto aún como para recoger el Nobel con guayabera. Acababa de salir Cien años de soledad. Pronto llegaría su tremendo éxito de ventas. “En esta foto Gabo quería ser tan exitoso como era ya Mario. Un año después ya los papeles se habían cambiado”, dice Bayly, trajeado en el Wellington y con su característico flequillo lacio.
Por entonces se habían leído y se admiraban literariamente. En los años sucesivos vino una relación de gran cariño e intimidad. Fueron vecinos en Barcelona de 1970 a 1974, Mercedes y Gabriel, Mario y Patricia. Bayly contó los pasos entre portales. No llegó a cien. Cuenta que García Márquez le llamaba a Vargas Llosa “hermanazo”. El peruano lo admiraba, dice, “por su imaginación prodigiosa”, y el colombiano estimaba “su cabeza de intelectual”. No fueron, sin embargo, tiempos de especial fertilidad creativa para ambos. “Vargas Llosa solo sacó una novela menor, Pantaleón y las visitadoras, y García Márquez no volvió a publicar nada hasta 1975, El otoño del patriarca. Creo que el éxito de Cien años de soledad los agarrotó a los dos. A Gabo porque no sabía qué hacer para estar a la altura de lo que había hecho y a Mario porque no sabía qué iba a hacer para ganarle como le ganaba antes, si no en ventas al menos en cuanto a crítica”. El piñazo acabó con su amistad, pues nunca se volvieron a hablar ni a ver, pero a la luz de la obra de Bayly y de la cronología creativa de ambos, se diría que fue una óptima decisión literaria, pues después volvieron las obras maestras y llegaron los nobeles (Gabo en 1982, Mario en 2010). Al menos les sirvió para desbloquearse.
Balcells, dice el autor de Los genios, intentó reconciliarlos y Gabo estuvo dispuesto. “En su última década de vida García Márquez estuvo dos veces esperándolo, una en Barcelona y otra en Cartagena, pero Mario al final abortó los encuentros”. ¿Por qué cree que habría hecho eso? “Porque creo que es un hombre muy leal a sus amigos y más leal todavía a sus enemigos”.
Cada uno siguió su glorioso camino por su lado. Gabo con Mercedes, su máxima autoridad. Mario con Patricia, su esposa y prima hermana, que en la novela lo perdona por su infidelidad y vuelve con él. “Hay que tener mucho carácter, inteligencia y sabiduría para eso”, dice Jaime Bayly. “En Los genios, ella es la genia subestimada”.
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