La maleta de Irène Némirovsky sigue dando sorpresas
Es difícil imaginar una escena más dolorosa. Es 13 de julio de 1942 y estamos en Issy-l’Évêque, población de la Borgoña francesa. Irène Némirovsky, al ser detenida por la policía del régimen de Vichy por «apátrida de descendencia judía», se despide de sus hijas, de trece y cinco años, diciéndoles: «Me voy de viaje». Aunque en ese momento desconoce que su destino es Auschwitz, sabe que no volverá a verlas. Pero prefiere que Denise y Élisabeth se aferren a la vida que un día su madre soñó para ellas. Apenas un mes después, la escritora muere en el campo de concentración. Las niñas se quedan huérfanas ese mismo año, pues en noviembre su padre, Michel Epstein, es asesinado en la cámara de gas de Auschwitz.
Día tras día, las pequeñas acuden a la estación de tren con su niñera, confiando en el regreso de su madre. Desamparadas, se refugian en los recuerdos y cargan con las pertenencias de sus padres. Entre ellas, una maleta que contenía uno de los grandes tesoros literarios del siglo XX: el manuscrito de «Suite francesa». Aunque, en realidad, Denise, la mayor de las hermanas, tardó más de cincuenta años en descubrirlo. Temerosa del sufrimiento que le pudiera ocasionar lo que suponía era un diario de su madre, esperó a leer aquel cuaderno de letra diminuta hasta que donó su legado al Institut Mémoires de l’édition contemporaine (IMEC), en Caen (Francia), a mediados de la década de los noventa. La publicación de la novela en Francia, en 2004, fue un auténtico fenómeno editorial y recuperó a Némirovsky del limbo de los autores clásicos olvidados. Aunque su hija sólo quería hacerle justicia.
Una justicia que con cada nuevo hallazgo en su archivo se vuelve más poética. Estos días ha llegado a las librerías españolas la versión corregida por la propia autora de «Los fuegos de otoño» (Salamandra), novela que Albin Michel publicó póstumamente en 1957 basándose en un primer manuscrito. Y en otoño, según ha podido saber ABC en exclusiva, la editorial Denoël publicará en Francia la última versión de «Suite francesa», editada por Olivier Philipponnat, biógrafo de la escritora, y Teresa Lussone. Es ésta, profesora de la Universidad de Bari (Italia) y una de las mayores expertas en la vida y obra de Némirovsky, quien explica a este diario la trascendencia de la noticia: «Trabajó en ella durante los últimos meses de su vida. Comparada con la versión que se publicó en 2004, la primera parte de la novela, ‘Tempestad en junio’, presenta cambios importantes en la trama». Además, la profesora italiana da otra primicia a los lectores de Némirovsky: en 2021 aparecerá toda su correspondencia, en una obra a cargo de Philipponnat.
Un hallazgo casual
Dos buenas nuevas que, sin embargo, no deben eclipsar la importancia de la nueva edición de «Los fuegos de otoño», que fue posible gracias a que Lussone descubrió, en el ya mencionado archivo de Caen, un manuscrito con anotaciones y correcciones. Un hallazgo que la profesora describe como «casual» y que rememora con entusiasmo. «Yo era estudiante y mi profesor, Francesco Fiorentino, me sugirió que hiciera mi tesis sobre Irène Némirovsky. Entonces, fui a Caen, que es donde está su archivo, con todos sus manuscritos». Allí, la esperaban dieciocho cajas, compuestas por lo donado en 1995 por las hijas de Némirovsky y por un conjunto de archivos que la editorial Albin Michel entregó en 2005.
Lussone decidió trabajar en «Los fuegos de otoño» «casi inmediatamente», porque al consultar el catálogo de la biblioteca se dio cuenta de que «el dossier relacionado con esa novela estaba muy documentado y era muy completo». Némirovsky la empezó en 1941 y la terminó sólo unos meses antes de ser detenida. En ella, escrita casi al mismo tiempo que «Suite francesa» y con la premura de saberse acechada, narra la decadencia de la burguesía parisina en el periodo de entreguerras. Bernard Jacquelain, su protagonista, regresa del frente condecorado y, sin perspectivas de futuro, lucha por lograr un hueco en los turbios negocios propios del París de la época.
Con la mente puesta en la edición que Albin Michel publicó en 1957, Lussone se dio cuenta de que en el archivo de Caen había «varios manuscritos de la novela», por lo que era «perfecta» para el objetivo de su tesis, centrada en la crítica genética: «Estudiar la manera de escribir que tenía Irène Némirovsky, cómo escribía, empezando por sus primeros bocetos, pasando por varios borradores, hasta la última versión de la novela».
Lo que la profesora buscaba en realidad, lo que perseguía, era desentrañar la historia que estaba detrás de «Los fuegos de otoño», pero mientras estaba estudiando toda la documentación se dio cuenta de que… «¡la versión de la novela publicada de forma póstuma no era la última! ¡Había otra posterior, revisada completamente a mano por la autora!». Lussone todavía recuerda la «emoción» que sintió en ese momento. «Esa versión final de la novela, y especialmente las diferencias entre la última y la penúltima versión, nos permiten conocer mejor los últimos meses de trabajo de la autora y la búsqueda de lo que podríamos llamar un nuevo ‘método Némirovsky’, emprendido en el último periodo de su obra».
Sus correcciones
En cuanto a los cambios que hizo Némirovsky, Lussone explica que «toda la novela es objeto de una revisión estilística muy cuidadosa». Además, tanto en la segunda versión de «Los fuegos de otoño» como en la última de «Suite francesa», la que aparecerá en los próximos meses, la escritora «cambia la forma de representar la guerra, dando menos espacio al conflicto y centrándose más en la representación de las reacciones humanas». Así, a juicio de la profesora, esta nueva edición «nos permite observar la temática y la búsqueda formal que Némirovsky llevó a cabo en ese periodo. Los nuevos temas que implican los sucesos contemporáneos requieren un nuevo estilo, una nueva forma de escribir, a menudo mucho más seca que la anterior».
Convencida de que «nunca se puede llegar a saberlo todo sobre un escritor», Lussone tiene claro que, «en el caso de Némirovsky, hay todavía muchos aspectos por estudiar». A ella, en concreto, le fascinan sus últimos años, y ese es el tema del libro que ahora está escribiendo. «Todos descubrimos a Irène Némirovsky gracias a la historia, única y singular, de ‘Suite francesa’. Pero luego fue la profundidad de sus análisis psicológicos, la ferocidad de sus retratos, su habilidad para tratar los temas más difíciles con ironía, incluso con un tono cómico, lo que nos hizo amar sus novelas. Y la convirtió en una autora clásica del siglo XX», remata Lussone.
Sigrid Kraus, editora de Némirovsky en España, confiesa que en Salamandra tenían traducida la versión anterior de «Los fuegos de otoño», la que Albin Michel publicó en 1957, «pero tras el descubrimiento del nuevo manuscrito, me parecía una injusticia para la autora no publicarla con sus propias correcciones, así que hicimos una nueva traducción y añadimos palabra por palabra todo lo que cambió». La editora, que ha tenido el privilegio de ver el manuscrito, reflexiona: «Cuando ves sus notas manuscritas, las correcciones… Que en un momento así fuera capaz de eso, de tener esa profundidad en la corrección… Es increíble. Y luego lo que escribe… ¿Cómo puedes, en ese momento, tener esa visión?». Kraus cita, casi de memoria, un párrafo de la novela tan hermoso como estremecedor: «¿Ves? –le decía–. Son los fuegos de otoño. Purifican la tierra; la preparan para las nuevas semillas. Vosotros aún sois jóvenes. Esos grandes fuegos aún no han ardido en vuestras vidas. Pero se encenderán. Y devorarán muchas cosas. Ya lo veréis, ya lo veréis…».
Y tras saber, a través de este periódico, que en octubre saldrá en Francia la última versión de «Suite francesa», la editora de Salamandra se muestra entusiasmada ante la posibilidad de poder publicarla en nuestro país.