La ‘Mujer Talento’ que escribe sobre la cotidianidad femenina
Seis meses se demoró Juliana Gallego para definir qué era exactamente lo que iba a escribir. En ese tiempo, con una disciplina balzaquiana, se sentó a definir los personajes, las historias y los giros que terminarían por formar Cuando no florecen las gardenias, su primer libro.
Fue un tiempo de esfuerzos febriles, de imaginación desbordada, pero también de tenacidad, de una planeación meticulosa. Luego, cuando se sintió preparada para escribir lo que llevaba construyendo medio año, comenzó a trabajar en cada uno de los cuentos.
Pero acá se encontró con otro escollo, tan difícil de superar como el anterior: buscar la manera de decir las cosas a su propia manera, de la forma más bella posible. Entonces buscó las metáforas que más se acomodaran a su prosa algo poética.
El resultado de ese año de esfuerzos podrá verse el próximo martes cuando, a las 8 de la noche, en el salón Restrepo del Jardín Botánico de Medellín, Juliana presente el libro, que fue editado y publicado por Intermedio Editores. Habrá una charla en la que hablará un poco del reto de escribir estos textos y contará algunos detalles de la composición de Cuando no florecen las gardenias. En la conversación estará acompañada por Jorge Iván García, subeditor de EL TIEMPO Medellín.
«Nunca me imaginé que fuera a ganar, el solo hecho de participar y conocer a otras mujeres ya me era suficiente. En realidad, salir a recibir al galardón terminó siendo algo secundario»
Según la administración municipal, el 98 por ciento de ellas no pertenece a ningún movimiento político.
Apenas el 9 por ciento de la participación en el concejo de Medellín entre 2004 y 2015 estuvo representada por mujeres y, para rematar, el 67 por ciento de los altos cargos directivos son ocupados por hombres. Juliana fue ganadora en la categoría Mención especial periódico EL TIEMPO para jóvenes escritoras. “Nunca me imaginé que fuera a ganar, el solo hecho de participar y conocer a otras mujeres ya me era suficiente. En realidad, salir a recibir al galardón terminó siendo algo secundario”, dice.La primera tarea, luego de saber que había ganado el premio y escribiría un libro, fue averiguar qué era exactamente un cuento. Entonces leyó a los grandes en la materia: Cortázar, Chejov, Poe, Hemingway.
«Con la lectura de varias autoras mujeres logré conectarme y supe qué era lo que quería decir, encontré mi voz como escritora»
Aunque aprendió de la genialidad de los grandes autores, solo pudo consolidar una visión propia del género y de lo que quería hacer una vez leyó a escritoras mujeres como Clarice Lispector. “Con la lectura de varias autoras mujeres logré conectarme y supe qué era lo que quería decir, encontré mi voz como escritora”, comenta.
No en vano, los cuentos de Cuando no florecen las gardenias giran, en su gran mayoría, en torno a figuras femeninas. Esto no es un hecho aleatorio ni un capricho de la autora: “Me centré en las mujeres porque las conozco mejor que a los hombres y quería contar historias de su cotidianidad”, explica.
En gran parte, la idea de los personajes femeninos nació como una experiencia de su propia vida. Juliana ha vivido desde niña en una zona rural del corregimiento de Santa Elena.
Allí tuvo una niñez solitaria, aunque no era introvertida. En esa época se dejó seducir por grandes clásicos infantiles. Después de leerlos, caminaba por un bosque cercano a su casa y, alimentando su imaginación pueril, se encontraba con los personajes de los libros.
Pero ahora, sus cuentos tienen un tono de madurez innegable. Algunos de ellos tocan temáticas que, por escabrosas, algunas veces son evitadas por las personas.
En uno de ellos, por ejemplo, se hace mención al olvido mutuo, al olvido eterno de una persona con alzhéimer. También aparece la muerte como un proceso lento, doloroso, en el que la persona, a pesar de todo, sufre por despedirse de la vida.
Juliana reconoce que los cuentos pueden tocar temas difíciles, incluso rayar con la crueldad. En ellos se percibe un ambiente melancólico, lúgubre, algunas veces pesimista. Pero ese pesimismo se vence cuando la prosa poética desvela la verdadera esencia humana de sus personajes femeninos.
FUENTE: El Tiempo