Mar Sancho: «En la poesía no hace falta tamizar. Me siento cómoda en esa libertad»
Su inicio en la literatura, el libro de poesías «Lisbon visited», le valió en 2000 el Premio Letras Jóvenes de Castilla y León. Ahora, veinte años después y tras la obligada «travesía en el desierto» que le ha supuesto su cargo al frente de la Dirección de Políticas Culturales, Mar Sancho regresa al ámbito literario con «Entre trenes», una obra publicada con la editorial leonesa Eolas cuyo contenido la propia autora califica de «poesía viajera» y con el que pretende que «el lector haga un viaje no solo físico, sino también sensitivo y de percepción».
Confiesa la autora que aunque ha cultivado diversidad de géneros -tiene también publicadas novelas y conjuntos de relatos- en el que se siente «más cómoda» es «con diferencia, la poesía», y lo justifica en su «desnudez» tanto para el que escribe como para el que lee. «En la escritura poética no hace falta tamizar. Es decir, esas percepciones, pensamientos, sensaciones y sentimientos brotan directamente de quien escribe en el papel y de esa manera se transmiten después». Es esa «libertad absoluta» lo que hace de la poesía su «género predilecto» como autora, pero también como lectora.
Voraz devoradora de libros, comenzó pronto a escribir. También a viajar. Quería conocer físicamente aquellos lugares a los que le había llevado la mente a través de tantas y tantas páginas. Con ese fin viajó por Europa, Asia y el continente americano de Norte a Sur. Dice que los viajes siempre le han aportado «la satisfacción de la curiosidad», pero también suplir su falta de imaginación ante una hoja en blanco. «Hay personas que escriben con una imaginación desbordante. En mi caso no es así y por eso tengo que salir a recolectar historias. Todos mis relatos, dejando al margen la poesía, son historias robadas o tomadas de la propia realidad que luego en la literatura se pueden tergiversar de alguna manera».
De su etapa política: «Tengo una sensación más bien satisfactoria tanto en lo recibido como en lo aportado»
«Entre trenes», que se presentará este próximo jueves en el Museo Patio Herreriano de Valladolid, recoge cinco viajes en ferrocarril como bien remarca el título, y cada pequeño poema contenido es la estación en la que el medio de transporte se detiene. Sin embargo, de manera original, la visita a todos esos lugares a los que llega la locomotora se produce básicamente a través de la ventanilla y de los viajeros que en ese momento suben: «El destino final es intrascendente -el último poema de cada uno de los bloques es exactamente igual a los demás- porque los viajes no buscan llegar a ningún destino. Interesa el viaje en sí, ese deambular por la vida».
¿Y por qué el tren como hilo conductor? Responde la autora que para ella, además de ser «un magnífico lugar para la literatura» por ser «muy propicio tanto para leer como para escribir» -lleva siempre una libreta de anotaciones cuando viaja-, este medio de locomoción supone «un magnífico modo de llevar los ojos abiertos de par en par e ir descubriendo todo lo que acontece dentro, pero también al otro lado de la ventanilla, o las historias que te relatan los pasajeros a veces de manera apetecible y otras no tanto».
«No dispongo de una imaginación desbordante. Por eso tengo que salir a recolectar historias»
Varios de los poemas recogidos fueron escritos en esos trayectos, otros los elaboró Mar Sancho a posteriori desde la evocación de aquellos viajes y algunos también los ha rescatado de épocas anteriores, aunque reconoce que «soy más dada a tener los cajones vacíos que llenos».
De los textos trasciende también su amor por la música -en forma de frecuentes aliteraciones, repetición de sonidos…-. Explica la autora que en su caso música y literatura más que retroalimentarse «se contagian de manera incluso preocupante, y más incluso en el ámbito de la poesía».
Su cargo durante cuatro años al frente de la Dirección de Políticas Culturales le obligó a dejar un poco al margen ambas pasiones, y en ese sentido confiesa que se ha sentido algo liberada. No obstante, al igual que ocurre en su última obra, ve la vida como distintos viajes en los que «a veces hay que cruzar llanuras, otras terrenos escabrosos… Y de cada uno de ellos tienes un aprendizaje». En cualquier caso, este trabajo dice que le ha dejado «una sensación más bien satisfactoria tanto en lo recibido como en lo aportado» y que no se queda ninguna espina clavada: «Fue una etapa muy propicia y enriquecedora».