Mateo García Elizondo debuta como novelista
Quizá la genética tenga algo que ver en la literatura. Al menos, se podrán elaborar teorías sobre ello cuando en noviembre Anagrama publique Una cita con la Lady, el que será el estreno novelístico del mexicano Mateo García Elizondo, para más señas, nieto de Gabriel García Márquez.
“En literatura castellana destacamos el debut del joven novelista mexicano Mateo García Elizondo, Una cita con la Lady, el hipnótico viaje al fin de la noche de un adicto”, es el discretísimo anuncio que la editorial barcelonesa ha hecho por el momento del libro en el marco de sus novedades de otoño. La labor de camuflaje seguramente es acorde con la voluntad del propio autor, hijo del hijo mayor del premio Nobel colombiano, el cineasta Rodrigo García Barcha, y que ha intentado labrarse su carrera de guionista bajo un mantel de invisibilidad en relación a su parentesco con el autor de Cien años de soledad. Y ello a pesar de que mantuvo una relación muy estrecha con él: compartían esa afición por el cine (García Márquez llegó a Europa a mediados de la década de 1950 para estudiar cinematografía en Italia) y fue uno de los destinatarios de su fabulosa fabulación verbal, si bien “no contaba historias inventadas sino anécdotas de su vida”, ha recordado en alguna de las escasísimas veces que se ha prestado a hablar de su abuelo, quien le recomendó la lectura de La casa de las bellas durmientes, el clásico del japonés Yasunari Kawabata al que no accedió hasta muchos años más tarde.
Mateo García, hasta la fecha, ha obtenido cierto reconocimiento público como guionista de la elogiada película Desierto, que escribió a cuatro manos cono otro descendiente ilustre, Jonás Cuarón, hijo del hiperoscarizado Alfonso Cuarón (Gravity), sobre las vicisitudes de un grupo de mexicanos que cruzan la frontera y que serán perseguidos por un gringo inquietante. Algo de turbador tiene también la trama de Una cita con la Lady, donde un adicto a la heroína (Lady en el argot de los consumidores) coge sus bártulos y viaja al medio de la selva para tomarse una dosis letal. Las escasas personas que han tenido acceso al manuscrito hablan, por la dureza en la inmersión del mundo de la droga y la fantasía contenida, con muertos que se hacen vivos, de “un cruce entre el William S. Burroughs de El almuerzo desnudo y el Juan Rulfo de Pedro Páramo”. Quizá realismo mágico por la vía de la psicodelia.
FUENTE: EL PAÍS
2 Comments
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les falto decir que también es nieto de Salvador Elizondo. Error imperdonable
¡Hola Laura! Esto es una re-publicación de un artículo de El País; no ha sido redactado por la BPC pero ¡gracias por la anotación! 👏