P.D. James: a cien años del nacimiento de la dama de la novela negra
«Reina madre», «baronesa», «dama de la novela negra», entre otros apodos alusivos a la nobleza que tanto fascinan a los británicos, sirvieron para caracterizar a Phyllis Dorothy James (Oxford, 1920-Londres, 2014), que fue más conocida por el seudónimo elegido por ella misma: P.D. James. Creó a dos detectives célebres de la literatura policial: Adam Dalgliesh, de Scotland Yard, y la investigadora privada Cordelia Gray, sucesora de Miss Marple como protagonista de novelas del género negro en lengua inglesa. Hoy se cumplen cien años del nacimiento de la escritora. «Era una joya -escribió esta mañana el escritor escocés Ian Rankin en su cuenta de Twitter sobre la escritora-. Siempre era emocionante compartir un escenario o una copa con ella».
P.D. James empezó a publicar tardíamente, luego de trabajar durante décadas como funcionaria en oficinas públicas, entre otras en el área de delincuencia juvenil del Departamento de Política Policial y Criminal. Tenía cuarenta y dos años cuando presentó al investigador Dalgliesh en Cubridle el rostro, en 1962. Desde la adolescencia había deseado ser escritora.
En 1941 se casó con un estudiante de Medicina, Ernst Connor Bandtry, que trabajó para el ejército británico y que, luego del final de la Segunda Guerra Mundial, debió ser internado en una residencia psiquiátrica con el diagnóstico de esquizofrenia. James se convirtió en el sostén de su esposo y sus dos hijas.
Qué leer
En su libro de memorias La hora de la verdad (Un año de mi vida), de 1999, echó una mirada a aquellos años de juventud y a sus inicios como autora de novelas de misterio. «Es curioso que muchos críticos dieran por sentado que yo era un hombre -escribió-. A menudo me preguntan, después de pedirme un autógrafo, si he escogido escribir bajo el nombre de P. D. James a propósito para ocultar mi sexo. Algunos dan por supuesto que considero una ventaja el que se me confunda con un hombre. La verdad es que esa idea jamás ha pasado por mi cabeza».
Algunos dan por supuesto que considero una ventaja el que se me confunda con un hombre. La verdad es que esa idea jamás ha pasado por mi cabeza
El detective de Scotland Yard Adam Dalgliesh protagonizó catorce de sus veintidós novelas, entre ellas las memorables Muertes pocos naturales (1967), Mortaja para un ruiseñor (1971) y Sabor a muerte (1986). Su personaje, amante de la poesía, estaba caracterizado por tres virtudes: inteligencia, valor y compasión. Cordelia Gray, que se vuelve detective para ganarse la vida al heredar la agencia de su padre, fue la primera protagonista de novela negra sin necesidad de secundar las investigaciones de un héroe masculino. El título de la primera novela en la que aparece Gray lo dice todo sobre el lugar del género femenino en el género policial: No apto para mujeres (1972). La última novela de P.D.James, publicada en 2011, fue un homenaje a su admirada Jane Austen.La muerte llega a Pemberley es una continuación noir de Orgullo y prejuicio, y se inicia seis años después de la boda de Elizabeth Bennet y Mr Darcy. Gran parte de su obra se encuentra publicada por Penguin Random House, pero si los lectores encuentran en librerías de usados los ejemplares de los sellos Javier Vergara y Sudamericana de los años 1980 y 1990 deben comprarlos sin chistar.
«Creo que encierran algo verdadero sobre los seres humanos y sobre la sociedad en la que viven -dijo sobre los relatos policiales-. Son novelas que ayudan a comprender el mundo, que ponen orden donde hay desorden». Fue presidenta del jurado del Booker Prize, aunque nunca estuvo entre los finalistas de ese premio. Sin embargo, obtuvo importantes galardones del género de suspenso: el Grand Master Award, concedido por los Mystery Writers of America; el Diamond Dagger, de la British Crime Writers Association, y el Premio Carvalho del festival BCNegra, entre otros.
Varias universidades le otorgaron títulos honorarios, recibió la Orden del Imperio Británico y un título de baronesa que le proporcionó un puesto vitalicio en la Cámara de los Lores. «No pertenezco a ningún partido político, pero mis instintos están con los conservadores, porque creo principalmente en la libertad del individuo», sostuvo en esa ocasión. Era anglicana y una de sus novelas, La muerte toma los hábitos, de 2001, está ambientada en un seminario de esa comunidad religiosa.
Muchas de las novelas policiales de P.D. James fueron adaptadas como series para la televisión británica, y el actor Roy Mardsen encarnó a Dalgliesh a lo largo de los años. Su novela Hijos de los hombres -donde el último ser humano nacido en la Tierra muere en una pelea de bar en un suburbio de Buenos Aires- fue llevada al cine por el mexicano Alfonso Cuarón, con Clive Owen, Julianne Moore y Michael Caine en los papeles protagónicos. Al inicio de la pandemia, ese thriller de ciencia ficción en el que la humanidad ha dejado de ser fértil fue recordado por el carácter anticipatorio de su universo distópico.
P.D. James vivió en las dos ciudades que más amó, Oxford y Londres. Luego de su muerte, en 2014, se comprobó que, además de ser una escritora tan incisiva como exitosa, había sido una inversora inteligente de su dinero bien ganado.
Ante el espejo de la escritura
Luego de publicar su libro de memorias, La hora de la verdad, P.D. James se explayó en una entrevista sobre su oficio de escritora. Reproducimos algunos fragmentos de esa charla con la escritora y periodista canadiense Eleanor Wachtel.
«Tengo la sensación de que una infancia infeliz o al menos imperfecta es muy buena para un escritor».
«No vengo de una familia literaria. Hubo bastantes maestros en mi familia, pero nadie más ha sido escritor. Es algo totalmente misterioso, porque sabía desde muy temprana edad que quería ser escritora. Lo supe casi tan pronto como supe lo que era un libro».
«Nos convertimos en escritores porque necesitamos convertirnos en escritores. Es una necesidad psicológica. Fue una necesidad intensa de mi parte».
«No hubiera vivido una vida feliz y plena si no hubiera escrito. Estaba completamente alejada del deseo de ganar dinero, de ganar prestigio o fama. Era una necesidad psicológica ser escritora y realizarme a mí misma».
«Para las personas que escriben suspense, es posible que debamos distanciar nuestro propio miedo a la violencia para crear un mundo ordenado, resolver acertijos y afirmar la santidad de la vida, afirmar nuestra propia creencia de que vivimos en un universo racional y comprensible y que se puede encontrar justicia en un mundo injusto».