‘Territorio Lovecraft’, el racismo y sus terrores.
En lo más adusto del adusto agosto, el lunes, día 17, HBO llegó a salvar vidas con una de las series más esperadas del año: ‘Territorio Lovecraft’, espectacular adaptación de la novela de Matt Ruff sobre un joven veterano de la guerra de Corea que se enfrenta a monstruos sobrenaturales, los de Lovecraft, y reales, los del racismo, mientras busca a su padre desaparecido a través del segregado Sur de los 50.
La serie está producida por Jordan Peele y J. J. Abrams, dos nombres clave del fantástico contemporáneo. Su ‘showrunner’ es Misha Green (‘Underground’), quien asegura que la serie es heredera tanto de ‘Déjame salir’ como de ‘Perdidos’, cuyo piloto «marcó un nuevo nivel a la hora de hacer televisión», según explicó en la gira de prensa virtual de la Television Critics Association.
Bibliófilo y flacucho
Ni Abrams ni Peele ni Green están presentes en el ‘junket’ de prensa virtual al que tiene acceso EL PERIÓDICO, pero sí todos los actores principales de la serie, empezando por su protagonista, Jonathan Majors. «No tuve que trabajar mucho en ciertos aspectos de Atticus», dice Majors sobre su heroico personaje. «Yo también fui bibliófilo de pequeño. También era flacucho; tuve que abrirme paso con ese aspecto entre los hombres duros del sur de Tejas. En cuanto al trastorno de estrés postraumático, algo con lo que Atticus lidia, ya había hecho algunas obras y películas sobre el tema».
En ‘Da 5 Bloods: Hermanos de armas’, por ejemplo, hacía del hijo de un veterano de Vietnam (Delroy Lindo) con ese problema. ‘Territorio Lovecraft’ también puede servir para reavivar el debate sobre si Estados Unidos merece que los hombres negros luchen por su causa. «Es un gran debate en la comunidad afroamericana», afirma Majors. «La contradicción de ser negro e ir a la guerra por este país. Montrose [Michael Kenneth Williams], el padre, critica a Atticus por hacerlo, algo que Atticus entiende, pero que no le lleva a cambiar de idea».
Una especie de ‘Green book’
Al comienzo de la historia, Atticus regresa al hogar, a Chicago, tras recibir una carta en la que Montrose dice saber por fin de dónde procedía su difunta esposa y que debe informarle sobre cierto legado secreto. Allí le reciben su tío George, encarnado por Courtney B. Vance; su tía Hyppolita, con el rostro cálido de Aunjanue Ellis, y su sobrina Diana, la joven Jada Harris. Pero no su padre, ausente desde hace unos días, quizá desplazado a la ficticia Ardham, que rima con la legendaria Arkham de Lovecraft.
El negocio de la familia es ‘La guía de viajes seguros para negros’, una especie de ‘Green book’ en la que recogen indicaciones sobre dónde hospedarse o comer en territorios no siempre acogedores con la gente de color. Hyppolita aprovecha un momento de intimidad para sugerirle a George que ella también quiere viajar y tomar notas. Ese momento de intimidad no es poca cosa: unos minutos de amor negro maduro, algo inusual en televisión. «Estas escenas no son divertidas de rodar, seamos sinceros», comenta Vance. «No sabes cómo colocarte ni dónde poner la mano. Toda la negociación que ha de hacerse para llegar donde ha de llegarse, un minuto de amor, es un montón de trabajo».
Tres amigos de la ciencia ficción
De momento, George no se va de exploración con Hyppolita, sino con su sobrino Atticus, dispuesto a localizar a su padre en el país de Lovecraft, y Letitia (Jurnee Smollett-Bell), amiga de infancia de este último. A los tres les une el amor por la ciencia ficción; de hecho, ella fue raro miembro femenino del Club de Ciencia Ficción de los Futuristas del South Side. Smollett-Bell repite con Misha Green tras haber protagonizado ‘Underground’: «Serie en la que ella y yo, al principio, nos llevamos fatal», recuerda. «Pero llegada la hora de rodar ‘Territorio Lovecraft’, yo entendía su forma de escribir y ella entendía mi proceso. Ya no nos cuesta comunicarnos y lo agradezco; esta historia requiere mucha entrega».
Letitia se sube al carro (o la ranchera de George, una Packard Serie 22) tras haber sido mal recibida en su propio regreso a casa. Su hermana Ruby (Wunmi Mosaku) no le perdona, entre otras cosas, que no estuviera en el funeral de su madre. Pero antes de la enésima pelea comparten un momento de comunión musical: gran interpretación a dúo del clásico ‘Whole lotta shakin’ goin’ on’. Para Mosaku, una revelación. «Canto desde niña», dice, «pero nunca lo había hecho fuera de un coro. Al principio estaba nerviosa, sobre todo porque era mi primer día de rodaje, pero después no había quien me bajara del escenario».
Racistas, monstruos y sectarios
En su misterioso ‘road trip’, Atticus, Leti y George acaban pronto viéndose las caras con bichos de todo tipo: el sheriff Eustice Hunt (Jamie Harris), un puñado de shoggoths (criaturas de la mitología Cthulhu) o la misteriosa Christina (Abbey Lee), hija del líder de una cábala secreta. «Tuve que investigar bastante sobre la situación de las mujeres en los Estados Unidos de los 50″, dice Lee, una de las modelos vampíricas de ‘The neon demon’. «Para mí es como una mujer que se libera del yugo patriarcal, solo que de las formas más dudosas. Sea como sea, no quería dejarla en simple psicópata. Lo más interesante de ser actriz es encontrar la humanidad en lugares difíciles. ¿Por qué alguien hace lo que hace? ¿Qué necesita esa persona?”.
Por su parte, Majors espera que ‘Territorio Lovecraft’ ayude a sentir más empatía no por la gente blanca, sobrada de ella, sino por los ciudadanos negros. «Los monstruos de la serie son una manifestación del odio. Un odio que nace del desconocimiento. En la televisión se menciona mucho a George Floyd, pero apenas se habla sobre quién era. Aquí tienes 10 horas para aprender sobre Montrose y sobre su familia, desde múltiples puntos de vista, además».
Conceptos fantásticos
Un poco al estilo de ‘Watchmen’, la serie usa conceptos fantásticos para explorar qué clase de nación fue Estados Unidos y por qué ciertos monstruos siguen vivos décadas después. «Nada ha cambiado tanto», comenta Majors. «Todavía siguen parando nuestros coches, algo que puede afectar a tu integridad, a tu masculinidad, a tu integridad. Las leyes Jim Crow siguen en el ADN de nuestro país».