Uderzo, el dibujante que se parecía a su creación: Obélix
Estamos en el año 2020 después de Jesucristo. Todo el mundo está ocupado por el coronavirus… ¿Todo? ¡No! Fuertes médicos, enfermeros, científicos y muchos más resisten todavía y siempre al invasor… Es probable que esta metáfora la entienda solo aquel que haya tenido en sus manos un cómic de ‘Astérix’; sin embargo, en los últimos días este mensaje revivió tras varias coincidencias, la más importante, sin duda, el fallecimiento del último de sus creadores: Albert Uderzo, irreductible durante 92 años. Y, a su vez, el mensaje se convirtió en una especie de mantra para estos tiempos que vive el mundo, pero en especial para el pueblo francés: resistencia.
La familia del dibujante dio la noticia el pasado 24 de marzo a través de la ‘Agencia France-Presse’: “Albert Uderzo ha muerto mientras dormía, en su domicilio de Neuilly (a las afueras de París), víctima de una crisis cardíaca sin relación con el coronavirus. Estaba muy fatigado desde hacía varias semanas”.
Además de la muerte del ilustrador que le dio vida a las historias de Astérix, junto con el guionista René Goscinny en 1959, el cómic fue noticia esta semana por el coronavirus. Y es que así como se ha dicho que Los Simpson han predicho varios sucesos, en esta ocasión fue el turno del cómic francés.
En 2017 salió el cómic ‘Astérix en Italia’, en el que Astérix y Obélix enfrentan en una carrera de cuádrigas a un personaje enmascarado que se hace llamar Coronavirus. Cuando este está a punto de ganarles sufre un accidente a escasos metros de la meta favoreciendo finalmente la victoria de los héroes galos. Cuando el villano pierde, se arranca la máscara y resulta ser el emperador romano Julio César, eterno enemigo de los galos. La coincidencia ha resultado sin duda notable si, además, se le suma que la historia ocurre en Italia –uno de los focos mundiales en este momento de la pandemia–, y las redes sociales no tardaron en convertirla en tendencia.
Sin embargo, esto no es más que un dato curioso de un cómic que tiene un trasfondo mucho más profundo. La muerte del ilustrador francés Uderzo esta semana, a los 92 años, es el fin de una era del cómic.
A ‘Astérix’ se le declaró en estado terminal en dos puntos cruciales de su historia. Y aunque puede que el cómic siga sin Uderzo y Goscinny, nunca será lo mismo. Una parte ya había muerto cuando murió Goscinny en 1977. Sin embargo, la irreductible voluntad del dibujante, que superó el golpe y, tras poner dos años más tarde viñetas al guion póstumo escrito por su colega ‘Astérix y los belgas’, prosiguió en solitario ocho historietas más. “Sigo solo, sin mi compañero de viaje, se fue demasiado pronto (…). Siento aún un enorme placer al hacer revivir a esos pequeños hombrecillos de papel cuya única preocupación ha sido siempre intentar divertir”, escribió Uderzo el 9 de enero de 2001 en un artículo en ABC.
Años después, en el 2011, se volvió a decir que ‘Astérix’ moriría, cuando el dibujante dijo que se retiraba, que después de cinco décadas desde el nacimiento de ‘Astérix’ no volvería a dibujar más a sus personajes. El inesperado anuncio tenía sentido: tras años de dolorosas disputas contra su hija y su yerno por los derechos del personaje, el mundo que rodeaba al dibujante había cambiado, y “el sufrimiento personal había sido tan grande que todo podía ser puesto en duda y repensado”, señala en un artículo de ‘El País’ Álvaro Pons, reconocido columnista sobre historietas en España.
Cuando dice sufrimiento personal se refiere a que padecía de una enfermedad en su mano. En una entrevista con ‘Le Monde’ respondió a la pregunta de si volvió a dibujar después de anunciar su retiro, a lo que respondió: “No. Además de algunos bocetos para el estudio que creamos, paré en 2009, con motivo del cincuentenario de ‘Astérix’. Mi mano ya no puede. Comenzó a destruirse alrededor de los 40-45 años. Consulté toda la medicina del mundo, pero no se pudo hacer nada”.
Sin embargo, Uderzo no desapareció de la historieta, pues volvió a salir bajo su guía y sus dibujos siguieron marcando la historia.
Incluso, uno de ellos resultó ser un símbolo de la tristeza francesa tras la masacre de varios dibujantes de ‘Charlie Hebdó’. Ese mismo dibujo, de un Astérix y un Obélix en blanco y negro, con la cabeza baja, ahora revivió para homenajear también la partida de su autor.
Por Tutatis
La trascendencia de la creación de Goscinny y de Uderzo puede ser vista desde muchas vertientes. Es posible partir desde la más simple pero no menos importante, pues es la que impulsó su origen: entretener. Se calcula que hasta el momento se han vendido más de 350 millones de ejemplares de los 34 álbumes editados. Figura en el libro de Guinness World Records como el cómic más traducido de la historia (110 idiomas y dialectos), incluso a lenguas muertas como el latín, y, por supuesto, no está exento el esperanto. Tiene un parque temático, series de animación, exitosas películas, videojuegos… Es decir, las cifras se miden en millones de euros.
Pero, más allá de las cifras, los cómics de ‘Astérix’ son mucho más que entretenimiento. Sobre estos se han escrito columnas, se han hecho análisis sociológicos, políticos y psicológicos. Por ejemplo, como recoge el diario español ‘El País’, según el analista político Alain Duhamel, autor del ensayo ‘Le complexe d’Astérix’ (El complejo de Astérix), “las historietas de la aldea gala de Vercingétorix conforman un psicoanálisis político de Francia, una parábola de lo francofrancés y una descripción de los comportamientos psicológicos de la sociedad en general y la política en particular”. Y es que, como el mismo artículo de ‘El País’ señala, “los paralelismos con la realidad actual son tantos que se diría que Uderzo y Goscinny hacían historia y periodismo mientras ingerían mejunjes visionarios”.
Las historietas de la aldea gala de Vercingétorix conforman un psicoanálisis político de Francia
Uderzo y la resistencia
Albert Uderzo nació en Fismes (Francia) el 25 de abril de 1927, un pequeño pueblo donde su padre, carpintero de profesión, se había establecido después de abandonar Italia. “Su destino se parece al de René Goscinny, nacido en 1926 en París, de padre polaco y madre ucraniana. Esta similitud convierte a Astérix en un héroe muy ‘francés’, con un nombre derivado de un símbolo tipográfico (el asterisco), un producto puro de la inmigración”, explica un artículo de ‘Le Monde’.
El niño creció en Clichy-sous-Bois, en los suburbios de París, donde finalmente se estableció la familia Uderzo. El ilustrador descubrió el cómic siendo muy joven; cuando aún no tenía ni catorce años se presentó en la Société Parisienne d’édition, donde fue contratado. Allí aprendió las bases del oficio y publicó su primera ilustración. Pero su sueño era hacer dibujos animados. Walt Disney era su ídolo.
Pasaron los años y empezó a crear varios personajes. En particular resaltó Arys Buck, un joven gigante con fuerza hercúlea acompañado por un enano llamado Castagnasse, vestido con una nariz grande, bigotes grandes y un casco alado, el comienzo de ‘Astérix’. El joven artista compró su primera mesa de dibujo, que mantuvo toda su vida.
El servicio militar interrumpió su carrera, que comenzó nuevamente en 1950 en las columnas de ‘France Dimanche’, donde trabajó como reportero-diseñador, cuya función consistía en superar la imposibilidad de enviar un fotógrafo al lugar de la noticia. Él dibujó, entre otros eventos, una pelea memorable entre diputados en las filas de la Asamblea Nacional. Experiencia que le sirvió para dibujar las clásicas peleas del pueblo galo. Luego, Uderzo empezó a trabajar en World Press. Allí conoció a un joven diseñador que vino directamente de los Estados Unidos: René Goscinny. Hubo una conexión inmediatamente.
Obélix, su hijo
La historia de ‘Astérix’ y Uderzo surge al tiempo con la creación de la revista ‘Pilote’, a finales de 1959. La idea de su fundador, Goscinny, era mezclar la aventura con el humor, y para ello buscó al dibujante. Lo primero que intentaron hacer fue una especie de parodias ubicadas en la prehistoria, sin embargo, la idea no tuvo mucha acogida, así que la desecharon y pasaron a los tiempos de los galos. Dos años después del surgimiento de la revista nació el primer libro: ‘Astérix el Galo’ (1961).
El mayor aporte de Uderzo en ese momento, además de las ilustraciones, fue la creación de Obélix, el compañero inseparable de Astérix en sus aventuras. El mismo dibujante aseguró que era su personaje favorito. Al fin y al cabo era su hijo más cercano. En parte, según conocidos y periodistas que lo entrevistaron, se parecían en sus personalidades.
La imagen es como si Goscinny –el guionista del cómic– fuera Astérix: el protagonista, el héroe, el inteligente; mientras que Uderzo fuera como Obélix, el personaje secundario, el que sigue siempre lo que Astérix dice, el que es sensible y poco inteligente. Sin embargo, lo que la historia mostró es que el segundo no es menos importante que el primero y que, incluso, es más complejo, y algunos han dicho que fue más relevante para el éxito de estas historias.
Obélix surgió de la frustración de Uderzo. Él había propuesto que el protagonista fuera un galo que representara al héroe francés, un hombre musculoso y alto. Sin embargo, su coequipero se imaginó más un antihéroe pequeño, no muy atractivo y más bien inteligente y hábil. Ante eso, Uderzo creó a Obélix.
El mismo Goscinny dijo también en una entrevista que, sin duda, su preferido era Obélix, “porque es el que tiene más facetas, los rasgos de carácter más diferentes. Es ingenuo, brutal y psicológicamente frágil. Obélix es una figura infantil cuya lógica desconcertante nos devuelve constantemente a la historia de nuestro propio desarrollo”.
Y sobre su hijo biológico, Uderzo aseguró que es más humano, más cercano al lector. “Y para mí, como autor, es más fácil de dirigir. Astérix es un chico siempre sensato”.
Muestra de la humanidad del personaje es una frase que Obélix repetía constantemente como una observación muy realista del mundo: “Están locos estos humanos”.