Antonio Muñoz Molina recibe el Premio Médicis a la mejor novela extranjera

Es uno de los galardones literarios más prestigiosos de Europa: el Médicis Étranger se otorga cada año a la mejor obra de ficción traducida en Francia. Y aunque casi todos los premios en ese país han sido pospuestos este año (incluidos el Goncourt, el Interallié o el de la Academia Francesa) a la espera de que reabran las librerías, cerradas hasta el 1 de diciembre, no ha sido así con el Médicis. Ayer se hizo público que el ganador en la categoría de mejor novela extranjera es Antonio Muñoz Molina por su libro Un andar solitario entre la gente (Seix Barral), publicado en España en 2018, y traducido en 2020 al francés. La escritora y presidenta del jurado, Marie Darrieussecq, lo describió como “una ensoñación que nos permitirá pasearnos por ciudades y en sueños durante estos tiempos de confinamiento”.

En la categoría de francesa se premió Le Coeur synthétique, de Chloé Delaume, y en ensayo a Karl Ove Knausgaard, por Fin: Mi lucha, la sexta parte de su serie autobiográfica. El jurado ha estado formado por Marianne Alphant, Michel Braudeau, Marie Darrieussecq, Dominique Fernandez, Anne F. Garréta, Patrick Grainville, Andreï Makine, Frédéric Mitterand, Pascale Roze y Alain Veinstein.

El escritor español, que recibió la noticia en su domicilio de Madrid y atendió a los medios franceses en una rueda de prensa telemática, explicaba, poco después en conversación telefónica, que desde su debut en los años ochenta con Beatus Ille, siempre ha tenido excelentes traductores en el país vecino y buenos sellos donde publicar su trabajo. Aunque en su obra se hacen más evidentes los vínculos con la cultura anglosajona, ha consolidado una relación con los lectores en Francia que define como “sana, porque se ha ido construyendo con el paso del tiempo”. Sabía que estaba nominado al galardón —que Enrique Vila Matas obtuvo por El mal de Montano hace más de una década—, pero la noticia fue una grata sorpresa.

‘Flâneur’ recolector

Las ciudades Nueva York, Madrid, Lisboa o París van cruzándose en las páginas de Un andar solitario entre la gente, un libro que Muñoz Molina (Úbeda, 64 años) describe como “muy aventurado”. Los paseos sobre los que lo construyó le hicieron ir perdiendo interés en otra novela en la que trabajaba en aquel momento. Y acabó por cuajar su deambular, su reinterpretación del flâneur o explorador urbano que iba recolectando de folletos, papeles y conversaciones con las que se topaba. “El libro fue cobrando forma según fue avanzando. Yo pensaba que iba a ser una catástrofe”, apunta. ¿Es su obra más libre? “Sí, y por eso me ha alegrado especialmente el premio. Una de las cosas que se puede aprender en la vida es a ser completamente libre”.

En el ritmo sincopado de la peculiar novela y las referencias a otros caminantes literarios y modernos como Baudelaire, Poe o De Quincey, el académico de la lengua y autor de una veintena de libros establece un vínculo con el periodismo. El presente se narra de esa manera breve y acelerada y estos autores publicaban en periódicos, explica Muñoz Molina, columnista de Babelia. “No hay contradicción, el periodismo es literatura y hay bueno y malo”, argumenta.

Si la modernidad se desarrolla en la gran ciudad y encuentra en los periódicos el lugar donde dejar su huella, ¿se acaban esos espacios con esta pandemia? “Las urbes en España han estado abandonadas a un turismo que ha entrado en crisis”, explica. “Ahora hay unos debates fortísimos; es un momento apasionante. Y sin periódicos, ha quedado claro que no se salva la democracia. El periodismo libre, no de libelo, es un fundamento democrático”.

El escritor no ha podido asistir en directo al anuncio y entrega del premio en París, ciudad confinada desde el viernes y hasta el 1 de diciembre. Prosigue, eso sí, Muñoz Molina con sus paseos aunque ya ha dejado de recoger octavillas y folletos.