El Teatro Nacional: 40 años de un hito de las tablas

Por OLGA LUCÍA MARTÍNEZ ANTE

“El teatro me dio esta solidez que hace que aguante cualquier cosa en la vida. Porque el teatro era Dios: te podías morir de hambre, pero estudiabas y te matabas haciendo teatro”: Fanny Mikey.

Esta frase, del libro ‘Por el placer de vivir’, escrito por Humberto Dorado, uno de los más cercanos amigos de Mikey, resume el espíritu de la argentina, fallecida en Cali en el 2008, y los cimientos que le puso a la Fundación Teatro Nacional, que esta semana empieza a celebrar sus 40 años.

Después de rompimientos, procesos por deudas, el retiro de Daniel Álvarez Mikey (hijo de la argentina) de la entidad y un gran debate público, la Fundación Teatro Nacional ha seguido con su trabajo en otros momentos de la historia, con pandemia incluida, y un nuevo devenir de las artes escénicas.

No así el Festival Iberoamericano de Teatro, creado en 1988 por Mikey, Ramiro Osorio y un gran grupo de colaboradores, que ahora está en otras manos y que busca nuevas historias.

“Entramos en diferencias profundas sobre cómo se estaba llevando la parte económica. Eso fue en el 2016, pero pienso que para todos es hora de terminar de aclarar las cosas. Luego de esa crisis, Nicolás Montero (hoy secretario de Cultura de Bogotá) llegó como director artístico y logró hacer proyectos interesantes. Ahora las cosas se hacen de manera distinta a como las concibió Fanny, pero se ha sostenido”, dice Álvarez, que agrega que él también está en un proceso de cambio personal.

Estos 40 años nacieron del sueño de Mikey de tener un teatro (no un grupo estable), un espacio al que pudiera ir la gente de esta disciplina, a hacer lo que le gusta y ganar por su trabajo.

Encontró una bodega en la calle 71 con carrera 9 en Bogotá, que alguna vez había sido un cine y estaba abandonada. Y ahí nació el Nacional de la 71, su primer paso como gestora cultural.

No era una desconocida en el país. Ya, en 1981 llevaba en Colombia más de 20 años y aunque quiso devolverse a Buenos Aires, porque Bogotá no llenaba sus expectativas, viajar a Cali, a trabajar con el maestro Enrique Buenaventura, la enamoró de nuevo y la convirtió en vendedora de boletas para las obras, así como promotora de rifas para los montajes y otras actividades artísticas que se realizaban allí.

‘El rehén’ fue la pirmera obra que presentó el Teatro Nacional.

Igual hizo en el Teatro Popular de Bogotá, donde conoció a otro de sus grandes amigos, Jorge Alí Triana: salía a vender entradas, hacía contactos, porque para ella el teatro, su pasión descubierta muy joven y que le costó que la echaran de su casa, era el motivo de su vida.

“Además, sabía de números. Fanny trabajó en Buenos Aires en una fábrica de juguetes como contadora, su profesión, y llegó a gerente, con 400 personas a su cargo”, cuenta Anamarta de Pizarro, que estuvo con ella en Teatro Nacional, en el Iberoamericano y fue su amiga.

Con ‘El rehén’, Mikey inauguró la sala de la calle 71, en diciembre de 1981, en una noche en la que su presión arterial, uno de sus grandes problemas de salud, la afectó. El susto fue grande y le llevaron un médico, que ordenó hospitalización inmediata. Su respuesta fue a su estilo: “Cuando se acabe la obra, voy”.

Con este teatro y posterior la apertura de las sedes de La Castellana y la Casa del Teatro Nacional, consolidó un estilo de ver teatro, argumentado con obras de acuerdo a cada uno de los espacios: en la 71, de autores, de no tan gran calado; en La Castellana, grandes espectáculos estilo musical, y en la Casa del Teatro, la vanguardia, los grupos que empezaban, abriendo puertas.

Cercanos a Mikey opinan que su valor, además, era que hablaba con todos y oía a todos: no tenía miedo de llamar a sus amigas para que le ayudaran a vender boletas, ni de visitar a los empresarios para contarles de las obras e insistirles que adquirieran funciones para sus empleados.

El actor Mario Ruiz, que hizo parte de ‘El rehén’, la conoció en la década de los años 70 en La Gata Caliente, uno de los negocios que tuvo Fanny, e hizo parte de un programa especial que se emitió para recoger fondos. “Presentamos La versión de Browning y actué con ella por primera vez. David Stivel fue el director y tuve el honor de compartir el escenario con Carlos Muñoz, Julio César Luna y Boris Roth”.

Ese primer teatro fue, de alguna manera, “crear el acto fundamental de profesionalizar esta actividad en Colombia”, según Ramiro Osorio. “Su modelo de gestión de teatro privado es un hito. Claro, están los apoyos a salas concertadas, la parte estatal, pero ella apeló al público como patrocinador para combinar diversas fuentes de taquillas”.
Agrega que “para Mikey fue muy importante darle valor a los patrocinios, que las empresas sintieran lo valioso que es apoyar la cultura. Por eso fue grande el Iberoamericano”.

En las salas del Teatro Nacional han estado creadores como Jorge Alí Triana y Sandro Romero Rey, y nuevos directores que allí consolidaron sus hoy importantes carreras, como Fabio Rubiano, Jorge Hugo Marín y Johan Velandia. Recientemente, debutó en la dirección el actor Santiago Alarcón.

Igualmente, la gran mayoría de los grandes actores del país: Ernesto y Marcela Benjumea, Katherine Vélez, Consuelo Luzardo, Humberto Dorado, John Álex Toro, Carolina Ramírez, Marcela Carvajal, Luis Eduardo Arango, César Mora, Patrick Delmas…

Hoy, William Cruz es el presidente de la junta directiva del Teatro Nacional. Durante más de dos décadas trabajó con Mikey y siempre la vio “manejando las cuentas, ella tenía claro cómo hacer las cosas, una mezcla del olfato de la actriz con la empresaria. Su reemplazo se hizo con un equipo en el que hay un gerente, Enrique Vélez, que viene de una disquera, del mundo del espectáculo y de los montajes, y con personas que ya estaban aquí”.

Agrega que “este tipo de empresas son distintas, sus costos son diferentes a los de una industria normal. Son compañías imperfectas y nada garantiza que las cosas funcionen. De Fanny nos quedó la enseñanza de la lucha por la sostenibilidad. Apostó por mantener el teatro como arte y que se autofinanciara”.

A su regreso a la entidad, Cruz recibió “una gran cantidad de sucesos que no me gusta recordar, porque mi fin era consolidar todo lo artístico y cultural, con un concepto afinado de lo financiero y eso ha permitido que la Fundación Teatro Nacional siga siendo la empresa cultural más grande del país, funcionando todos los días y recogiendo lo bueno que se ha sembrado, ahora con apuestas nuevas y directores arrancando sus carreras”.

De hecho, cuenta, en las celebraciones del este año incluyeron la obra ‘El pato salvaje’, dirigida da por Sandro Romero, que regresará a la escena.

Igualmente, habrá una obra a cargo de Kepa Amuchastegui, de la que se habló desde antes de la pandemia, “y Sergio Cabrera dirigirá a Aleida, el personaje de Vladdo, con textos de este último. También conciertos y lanzamientos de libros gracias a acuerdos editoriales”, agrega Cruz.

‘Con el corazón abierto’, ‘I Took Panama’, ‘Crónica de una muerte anunciada’, ‘La celestina’, ‘Feliz nuevo siglo, doctor Freud’; ‘Al diablo la maldita primavera’, ‘El inspector’, ‘Carta de una desconocida’, ‘Hamlet’, ‘Metodo Gronholm’, ‘¿Se siente usted bien?’, ‘Cabaret’, ‘La puta madre’, ‘Monólogos de la vagina’, ‘Escuela de mujeres’, ‘Gorda’, ‘Esperando a Godot’, ‘Se le tiene pero se le demora’, ‘Woyzeck’, ‘El natalicio de Schumann’, ‘Taxi’, ‘Doña Flor y sus dos maridos’, ‘Patty Diphusa’, ‘Divorcio Express’, ‘Pillowman’, ‘Fracasa una vez’, ‘Krash, una sinfonìa urbana’, ‘Golpes en el sótano’, ‘Toc Toc’, ‘El conejo más estúpido de este siglo’, ‘La leyenda de María Barilla’, ‘Paprika’, ‘Cartas de amor’, ‘El oso’, ‘Palabras encadenadas’, ‘Los japoneses s no esperan’, ‘No sé si cortarme las venas o dejármelas largas’, ‘Tratado de culinaria para mujeres tristes’, ‘Incendios’, ‘La verdad’ y ‘Radojka’…

Esta historia tiene más de 2.000 producciones, 700 propias y 1.300 asociadas; así como 20 años del Centro de Formación y Proyecto Pedagógico, seis del Festival Estudiantil de Teatro de Bogotá y contenidos para todos.

Muchos de estos montajes llegaron cuando Mikey, en sus constantes viajes, veía teatro, si no podía traer a los grupos, buscaba los derechos de las obras para montarlas en el país.

Otras eran parte del quehacer de casas teatrales a las que la gestora siempre les abría las puertas, algunas veces en la Casa del Teatro para que empezaran por ese camino y fueran a los otros espacios. Petra, el grupo de Fabio Rubiano y Marcela Valencia, encontró espacio en sus salas.

Varios de los montajes, además, se presentaban en los horarios contrarios al final de la tarde o la noche, los de mayor afluencia, e iban en las jornadas de la mañana, para los estudiantes de los colegios. Mikey quería que los más jóvenes se entusiasmaran con el teatro y formar nuevos públicos.

Estas funciones tenían charlas con el director y los actores, esos mismos actores que muchos niños y jóvenes veían en televisión en su casa, los veían en vivo y en directo, y podían conversar con ellos.

Para ella todo sumaba. Y eso incluía la formación de los periodistas que tenían a su cargo la divulgación de prensa de los teatros. Mónica Suárez, Guido Hoyos, Alejandro Flórez, Diego León Giraldo y Julián Gutiérrez, entre otros, hicieron parte de su grupo.

También estuvieron a su lado otros hacedores del teatro y productores, como Guillermo Restrepo, Alejandra Gallego, Wilson Díaz, Nicolás Cardona, Víctor Sánchez, Manuel José Álvarez. “Hace poco, en el Teatro Colón, con el estreno de El coronel no tiene quién le escriba, nos encontramos varios y entendimos que en nosotros, en otros lados, continuábamos con su legado”, dice Daniel Álvarez, quien agrega que su mamá trascendió el plano político, porque muchas personas del poder entendieron la importancia de este arte.

“Era una mujer de hacer y pensar, amaba el cine, leer, viajar, ver el mundo y esto la mantenía conectada. Pero también de acción. Yo estaba trabajando con los teatros de la Unam de México, y nos encontramos en Guanajuato, en un encuentro teatral. Después de mucho hablar y caminar por las calles de esta bella ciudad, donde casi la tengo que cargar por sus tacones altísimos, me dijo que me viniera a trabajar a su lado”, cuenta Osorio.

Una frase que el director del Mayor ya había oído de otras personas, pero no pasada nada. “A los dos días del final del evento me llamaron de una aerolínea para decirme que necesitaban la fecha de mi viaje, que era de parte de Fanny Mikey”.

Sus salas siguen pie. Su legado sigue vivo, ¡felices 40 años!.

¿Cómo fue su primera vez en el Teatro Nacional?

Marcela Benjumea
Fue en Alicia en el país de las maravillas, con el grupo Índice. Audicionamos para Fanny, que era acertada, arriesgada. Fue la primera persona que nos dio una oportunidad.

Patrick Delmas
En Un tranvía llamado deseo, con Fanny, Fernando Arévalo y Ana María Sánchez. En la audición me pidieron un tango y fue un pesadilla porque no tenía esa cultura.

John Álex Toro
Estuve en el montaje de Enséñame a vivir. Fanny actuaba y Jorge Alí Triana dirigía. Fue un gran oportunidad, me cambió mucho la perspectiva sobre el teatro comercial.

Jairo Camargo
En 1992, Fanny, directora de La muerte y la doncella, me llamó para la obra, con Vicky Hernández y Helios Fernández. Fue mi primera vez con la querida compañera directora.

Marcela Carvajal
La primera obra que hice con Fanny fue El lado oscuro de la playboy. Pero Monólogos de la vagina, dirigida por ella, fue especial y un éxito. Extraño su amistad todos los días.

Carolina Sabino
Desde chiquita tengo recuerdos pisando las salas del teatro. Tuve la oportunidad de hacer Sylvia a mis 18 años, una experiencia única. Fanny siempre creyó en mí.

 


Foto de la exposición que se abrirá en el Teatro Nacional. Mikey supervisa la remodelación de la sede de la calle 71.

Programación

La celebración de la cuarta década de la Fundación Teatro Nacional empieza este 31 de enero e irá hasta el 9 de febrero.

Este lunes, a las 7 p. m., en el Teatro Nacional La Castellana, hay un conversatorio en el que la figura central será Fanny Mikey. Nicolás Montero, secretario de Cultura de Bogotá y amigo de la fundadora; Humberto Dorado, Consuelo Luzardo y Jorge Alí Triana recordarán su legado, con la moderación de la actriz Katherine Vélez.

También se inaugura una exposición en el Teatro Nacional de la 71 para hacer un recorrido por la historia de los escenarios y las personas que han hecho parte de este legado, con fotos que incluyen la primera boleta de la primera obra, El rehén. Estará abierta hasta el 9 de febrero, de lunes a viernes, de 11 a. m. a 6 p. m.

Informes: teatronacional.co.

FUENTE: EL TIEMPO