Los «rock stars» de la literatura británica, contra el Brexit
Hablando en plata, está claro que a Ken Follett le va la marcha. Musicalmente, sí, como demuestra siempre que le dejan desentenderse un poco de sus deberes como escritor y divertirse con su banda de blues. Pero también la que tiene que ver con el compromiso político. Lejos quedan ya sus años como miembro del Parlamento británico, aunque sigue siendo miembro del Partido Laborista y aprovecha toda ocasión que se le presenta para manifestar su rechazo y oposición frontal al Brexit. Consciente de que es la peor tragedia vivida por su país desde hace décadas, el mayor superventas británico ha convencido a un grupo de amigos para embarcarse en una especie de gira anti-Brexit por diferentes países europeos.
Y, ojo, porque si los Rolling Stones son los caballeros del imperio británico musical, esta banda de «rock stars» de la literatura nada tiene que envidiarles. Estamos hablando de Jojo Moyes (40 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo), Lee Child (más de cien) y Kate Mosse (la más «modesta», con unos siete millones de ventas). Los tres acudieron prestos a la llamada de Follett -otros adujeron «problemas de agenda»- para trasladar un «sencillo mensaje» a todos los lectores que les quieran escuchar: «Queremos seguir siendo europeos». «The Friendship Tour», que arrancó el pasado fin de semana en Milán, les trajo ayer a Madrid y en unos días recalarán en Berlín y París.
«No se rindan con Gran Bretaña y tengan cuidado con la propaganda, no dejen que pase aquí, porque sería una catástrofe», comenzó diciendo Child. Pese al bagaje que arrastra como uno de los maestros del thriller actual, nunca imaginó que ni la peor de las ficciones llegaría a igualar a la realidad que ahora viven en su país natal. «Inglaterra se va a convertir en una cultura muy insular, nuestra cultura va a sufrir mucho, se va a ver muy perjudicada. Vamos a mirar a Europa cada vez con más envidia. Espero que cuando Reino Unido quiera volver, nos acojáis», dijo Child.
Lee Child: «Nos hemos hecho muy conformistas con la democracia. Debíamos habernos dado cuenta de lo frágil que es y defenderla con más ahínco. Hemos dejado que se estropeara»
La posibilidad de abandonar un barco cada vez más a la deriva no es una opción para ninguno. Apelan a su «responsabilidad» como ciudadanos. «Mi responsabilidad como inglesa es quedarme en mi país y luchar por él. Tendría la sensación de estar huyendo, aunque muchos de mis amigos ya han pedido otros pasaportes», reconoció Mosse, y en la misma línea se manifestó Moyes, quien aludió a que ha llegado ese «momento en el que tienes que levantarte y alzar la voz».
Una voz que, saben, podrá no gustar a una parte de sus lectores. Pero ellos lo tienen claro, como se encargó de trasladar Child: «Seguro que algunos están muy enfadados con esto que estamos haciendo, pero si es así, no les queremos como lectores». Y punto. Aclarado lo cual, Follett, el más parco de los cuatro en palabras, en un intento por ceder el protagonismo a sus compañeros, puso, como siempre, el punto sobre las dos íes que lleva la palabra sinceridad: «Las ventas pueden verse afectadas, pero no se trata de una cuestión personal. Cada uno de nosotros tiene suficiente dinero, la cuestión monetaria no nos preocupa. Nos preocupa la situación con nuestros lectores. Cuando escribimos, revelamos cosas sobre nosotros y los lectores creen que nos conocen. Esa relación es muy íntima. Eso es lo que nos une. No tiene que ver con las ventas».
Ken Follett: «Las ventas pueden verse afectadas, pero no se trata de una cuestión personal. Cada uno de nosotros tiene suficiente dinero, la cuestión monetaria no nos preocupa. Nos preocupa la situación con nuestros lectores»
Con respecto a la «poco probable» opción, en palabras de Follett, de que hubiera un segundo referéndum que ayudara a desenmarañar la madeja que a día de hoy es la realidad política inglesa, a Moyes le «encantaría», lo mismo que a Child, que considera «legítimo que la gente cambie de opinión», mientras que Mosse preferiría «votar por otro acuerdo». «El problema -reflexionó esta última- es que toda nuestra vida personal se ha envenenado, y eso es lo más triste. A los que pensamos así se nos ha hecho desaparecer». Una situación favorecida por el machismo imperante, aún, en muchas sociedades, también en la británica. «Normalmente -aseguró Moyes-, son los hombres los que piensan que todavía están en un imperio. Ellos transmiten un idioma de guerra bastante molesto, son como pequeños hombres jugando a soldados». Reflexión a la que se sumó Mosse: «Suelen silenciarse las voces femeninas. Me choca muchísimo que no haya debates sobre el futuro de Europa con presencia fememina. La voz de la mujer también se tiene que oír».
Kate Mosse: «Toda nuestra vida personal se ha envenenado, y eso es lo más triste. A los que pensamos así se nos ha hecho desaparecer»
A la hora de buscar culpables, Child acusa, directamente, a «algunos medios de comunicación corruptos que insisten en que Europa es mala. Si la gente se quiere marchar es por culpa de la propaganda». ¿Y la sociedad, se dejó embaucar? En opinión de Follett «probablemente se dejó engañar, la gente leía periódicos idiotas». Y ahí Child entonó, también, un necesario mea culpa: «Nos hemos hecho muy conformistas con la democracia. Debíamos habernos dado cuenta de lo frágil que es y defenderla con más ahínco. Hemos dejado que la cosa se estropeara y ahora debemos luchar para defenderla». Por eso ellos, que, como aseguró Moyes, trabajan «en la universalidad de las emociones», han dado un paso al frente, convencidos, en palabras de Mosse, de que «la verdad saldrá de la novela de ficción». Aunque haya que esperar aún una o dos décadas para poder hablar de «literatura del Brexit».
Y los políticos… Ay, los políticos, esos personajes de no ficción que bien podrían estar sacados de una sátira novelesca, pues se han convertido en caricaturas de sí mismos. «Los políticos deben servir al pueblo. Tenemos la responsabilidad de hacer que sean responsables. Hay que comportarse adecuadamente y los políticos no se comportan como señores», reflexionó Mosse. Si «todo lo que dice Boris Johnson es mentira», en opinión de Follett, el que concentra la animadversión de los cuatro escritores es Nigel Farage. «Le odio. Si estuviera aquí, le daría una patada en los testículos», espetó Child, refrendado por Mosse y Moyes, quienes le ayudarían a golpearle en sus más íntimas partes con sus «botas puntiagudas».
Eso sí, a la hora opinar sobre la realidad española -auge de la extrema derecha e independentismo catalán, básicamente-, que sí, les queda lejos, pero al fin y al cabo forma parte de esa Europa de la que ellos se sienten orgullosos de formar parte, los cuatro escritores optaron por ponerse de perfil. «A la gente no le gusta que aquellos que no tienen autoridad moral le diga lo que tiene que hacer, ese es el problema al que nos enfrentamos de manera diferente», se limitó a decir Child, a lo que Mosse apostilló, inspirándose en sus novelas históricas: «Si no aprendes de la Historia, vas a volver a cometer los mismos errores. De eso se trata, de aprender». Un salirse por la tangente en toda regla que dejó en la sala un regusto amargo. De hecho, nadie pidió un bis.
FUENTE: ABC.ES