Joan Margarit: «A veces no somos el país que nos cuentan, hay que exigir que nos digan algo más de verdad»

La gesta literaria que este año ha conseguido Joan Margarit (Sanahuja, Lérida, 1938) es de las muy difíciles o casi imposibles en la vida de un escritor: ser premio Cervantes, el máximo galardón de las letras españolas, y Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, el más grande reconocimiento del ámbito poético a uno y otro lado del charco. Para recoger el Cervantes, y trasladarnos su discurso, tendrá que esperar hasta el 23 de abril del año próximo, pero el Reina Sofía lo recibirá mañana y, como manda el protocolo, mantuvo un nuevo encuentro con la prensa horas antes de la ceremonia, que tendrá lugar en el Palacio Real.

Y digo nuevo porque el jueves pasado Margarit ofreció una rueda de prensa para valorar la concesión del Cervantes y expresó ya todo lo que le sugería ser laureado, haciendo hincapié en su condición de poeta catalán, sí, pero también español, pues su virtuosismo es el mismo en su lengua materna y en la que Franco le impuso «a bofetadas», como siempre procura advertir. Un planteamiento, vital y literario, que lógicamente no ha cambiado en apenas una semana, por lo que sus palabras, al agradecer el Reina Sofía, variaron bien poco.

Anécdota

La sorpresa llegó al final, cuando Margarit, tras leer, en castellano («Los catalanes decimos siempre en castellano, pero no por tirria a decir español, es que desde pequeñitos, desde el siglo XVI, ha sido así», explicó) y catalán, «No tires las cartas de amor», el poema que el ministro de Cultura, José Guirao («Que un ministro lea un poema… bueno, no está mal», ironizó), recitó al anunciar la concesión del Cervantes, quiso recordar la anécdota que vivió hace cosa de un año en la Feria del Libro de Salamanca. Venía a cuento, pues el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana lo concede Patrimonio Nacional, sí, pero mucho tiene que ver la Universidad de Salamanca, encargada de editar la antología poética que siempre acompaña al galardón.

El caso es que, «hablando de miedos y estas cosas», Margarit llegó a Salamanca con Marina, «la Raquel de mis poemas», y les recibió la directora de la Feria. «Hombre, Juan, bienvenido -recordó que le dijo-, pero espero que vengas preparado, porque ya sabes que aquí en Salamanca los más odiados son los catalanes. Ayer tuvimos a una novelista vasca y aquello fue un cisco tremendo». Además, el presentador elegido se había puesto enfermo y en su lugar pusieron a un profesor de la Universidad de Salamanca, por lo que el poeta se temió lo peor.

Y, sin embargo, fue «el mejor recital» de su vida. «Llegamos a las siete y terminamos a las once. Se pidieron poemas en catalán. Firmamos y agotamos todos los libros de la Feria. A veces no somos el país que nos cuentan. Hay que exigir que nos digan algo más de verdad», remató Margarit, y sus palabras resonaron, esta vez, más que sus versos.

 

 

FUENTE: ABC.ES