“Prefiero la prisión al exilio”, dice el escritor turco Ahmet Altan, libre después de cinco años de cárcel
El escritor y periodista turco Ahmet Altan, liberado tras purgar cinco años de cárcel por su supuesta vinculación con el golpe de Estado fallido de 2016, busca recuperar el tiempo perdido escribiendo los libros que en estos años le quedaron en el tintero.
Y quiere hacerlo en Turquía, donde enfrenta la amenaza de nuevos procesos porque, afirma, no hay nada peor que ser un desterrado.
“No es por valentía. Pero creo que el exilio es peor que ser un prisionero”, dijo Altam, de 71 años, en una entrevista con la AFP en su casa en Estambul.
En la cárcel, comentó el escritor, uno puede al menos hablar su lengua, mientras que en el exilio “uno es prácticamente nadie, sin raíces”.
«En la cárcel uno puede al menos hablar su lengua. En el exilio uno es prácticamente nadie, sin raíces»
En el destierro podría sentirse más “tranquilo y seguro”, pero “uno no siente que esté durmiendo en su propia cama”, afirmó.
Para este escritor que tiene cierta fama en occidente, sobre todo en países como Francia y Alemania, lo único que importa ahora es entregarse en cuerpo y alma a su oficio, que en realidad nunca interrumpió, porque tras las rejas logró terminar dos libros y avanzar con otro.
“Los escritores somos muy ansiosos, porque cada minuto que pasa es un minuto en el cual uno puede escribir y cuando uno no escribe se arrepiente”, dijo el autor, con su típica barba cana y sus gafas ovales.
El libro de la “venganza”
Altan, que ha vendido siete millones de libros en todo el mundo, fue una de las decenas de miles de personas encarceladas o despedidas tras las purgas que siguieron el intento de golpe de Estado contra el presidente Recep Tayyip Erdogan en 2016.
Este intelectual de voz suave estuvo encerrado en Silivri, un complejo penitenciario que cuenta con la mayor sala de audiencias del país y donde se celebraron procesos masivos en los que más de 2.500 sospechosos fueron condenados a cadena perpetua.
Altan quedó en la mira de las autoridades en parte por su trabajo de periodista en el diario Taraf, un periódico que fundó y que fue clausurado por su supuesta coalición con un clérigo que vive en Estados Unidos a quien Erdogan responsabiliza del golpe.
Fue liberado tras cumplir la mitad de una sentencia a 10 años y medio de prisión gracias a una orden de la Corte Europea de Derechos Humanos, que determinó que “no hay evidencias” de delito.
El libro Nunca volveré a ver el mundo, que recopila sus memorias de la prisión, fue traducido a 28 idiomas pero todavía no ha sido publicado en Turquía.
Madame Hayat, su otra obra de cautiverio, es una oda a la libertad y para Altan fue su “venganza”. Fue de hecho un éxito de ventas y obtuvo en Francia el premio Femina a la mejor novela extranjera el año pasado.
“Fue una forma de decir ‘no pudieron robarme esos años’”, señaló Altan sobre la novela, mientras da caladas a un cigarrillo sentado en un sofá negro rodeado por sus libros.
En prisión, donde escribía entre “ocho y nueve horas al día”, sus compañeros de celda lo regañaban por fumar sin tregua.
Símbolo de la represión
En la cárcel, viendo FlashTV, un canal de televisión de “mala muerte”, dio con un programa donde había mujeres voluptuosas bailando con poca ropa.
“Esas eran las únicas mujeres que yo podía ver en la cárcel (…) Me gustaba mucho mirarlo, pero mis compañeros de celda eran muy religiosos”, contó entre risas Altan, que se describe como un ateo apasionado por la religión en este país mayoritariamente musulmán.
Madame Hayat es la historia de un estudiante de literatura que se enamora de dos mujeres “muy sensuales”.
“Yo vivía en otro mundo”, contó. “Si uno puede escribir, entonces no hay nada de que quejarse”, señaló.
La detención de Altan generó indignación y lo convirtió en uno de los símbolos de la represión en Turquía tras el golpe de Estado.
En 2018, 38 ganadores del Premio Nobel de Literatura firmaron una carta en el diario The Guardian llamando a Erdogan a liberar al escritor.
Muy cuidadoso por la atención que genera y consciente de que tiene procesos judiciales pendientes en Turquía, Altan se limita a la hora de contestar preguntas sobre temas políticos.