«Tocá ese tambor hijo mío»: 10 poetas negras del Pacífico colombiano | Parte 2.

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Paulina Cuero Valencia

Nació en Guapí, Cauca. Vive hace treinta años en Cartago, Valle. Está dedicada a la docencia. Ha participado en varias oportunidades en el Encuentro de Mujeres Poetas Colombianas del Museo Rayo, en Roldanillo, Valle del Cauca. Escribe desde hace quince años, razón por la cual estudió Español y Literatura. Cuenta con un libro de poemas, Piel a piel.

No me hieras

No me mires por debajo de tus hombros
como si no fuera naide,
pues quizá yo valgo más que tú.

No vengas a impresionarme
con esas palabras raras
y tu hablaito bonito.

No vengas aquí a decime
que yo no sirvo pa naa,
yo ni entré a la universiá,
y quizá no se lee.

Pero no hay mejor escuela
que la escuela del saber,
la escuelita de la vida,
la escuelita a la que juí.

No vengas a despreciá,
lo que te puedo brindá,
pues no son cosas lujosas,
ni muy finas, ni muy sabrosas,
pero las doy con amor.

No vengas aquí a decime
con desprecios y mentiras,
lo que aprendí con ejemplo,
lo que aprendí con amor.

Porque la tierra es testiga
de mi lucha y mi sudor,
pues me vio dejá de ser niño
pa volverme too un señó.

Usted puede sabé mucho,
los libros se lo enseñaron,
pero envidia yo no siento,
porque eso también lo conozco.

Lo he aprendido día a día
de un erro, tras otro erro;
me lo ha enseñao el sol,
me lo enseña la naturaleza,
aunque ella no tenga voz.

Por eso so carajito
doblégate un poquitico
porque vos no sois más que yo.

Nelly Patricia Lerma Rosas

Nació en Buenaventura, Valle del Cauca, y es administradora financiera egresada de la Universidad del Quindío. Presta sus servicios a la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN) en la Administración Especial de Aduanas de Buenaventura.

Punto G

Muerde tu boca
mi pezón desnudo
y mi cuerpo ardiente
de amor salvaje
te pide a gritos:
¡Tómame! ¡Tómame!
En un suspiro.

María de los Ángeles Popov

Nació en Roldanillo, Valle del Cauca. Asiste desde hace catorce años consecutivos a los Encuentros de Poetas Colombianas del Museo Rayo, en Roldanillo, Valle del Cauca. Fue profesora de teatro en la Casa de la Cultura de Roldanillo y en Zarzal. Estudió teatro en Cuba con una beca ganada por obra Oremos y bailemos con el diablo. Entre sus libros se cuentan: W de hembra. cd multimedia de poesía (Manizales: Hoyos, 2003); Envaginarme (Cali, Valle del Cauca: Departamento de Literatura, 2007, Colección de Poesía, Escala de Jacob); hace parte de la antología Cosecha de viento verde (Roldanillo, Valle: Embalaje, Museo Rayo, 2004).

Beso con lengua

Sexo oral
Morfema de lenguas,
vocalización perfecta de la a entre las piernas,
posición de sensaciones,
fonema íntimo,
cavidad nasal,
triángulo donde se moja la lengua,
abertura máxima,
pubis vocálico,
baja lenguas,
voz,
vagina fonética,
papila gustativa,
morfología,
pronunciación íntima,
paladar explorador del exotérmico,
saliva,
sí-laba,
si,
a,
cerrada,
abertura pélvica,
vocálica,
a,
máxima,
menor,
media,
lengua,
anterior,
posterior,
respiración,
morfema,
no se pueden cerrar las piernas,
orgasmo,
sonido sin habla,
sonoridad,
resonador,
acento,
donde no se habla,
solo se gime,
y
se
redime
el movimiento.

Lorena Torres Herrera

Nació en Buenaventura, Valle del Cauca. El Licenciada en Arte Dramático en la Universidad del Valle y especialista en Pedagogía del Folclor en la Universidad Santo Tomás. Asiste cada año al Encuentro de Poetas Colombianas, Museo Rayo, Roldanillo, Valle del Cauca. Escribe poesía, piezas teatrales, cuentos y canciones folclóricas. Su primer libro de poesía se llama Afroascendiendo.

Atarrayando el olvido

El negro cogió su canoa
y metió su canalete al agua
y se fue con el río,
para ver si en algún recodo
podía atarrayar el olvido.

La nostalgia se enganchó en su anzuelo
y en su katanga cayeron mil lágrimas,
pues se marchaba, llevando consigo
–como único equipaje–
su desesperanza.

Miró al horizonte buscando en el mangle
encontrar a su dolor remanso.
Pero su mirada se clavó como ancla
en aquel paisaje donde solo había
un sol ya en ocaso.

Ya no había esteros,
ya no había vida en los raiceros,
ya el verdor del campo se había fundido
con el azul del cielo
y como de una pintura fueron borrados
cual si fueran manchas.

Todo, todo fue arrasado
y el negro lloraba
–pues sabía
que en cada canaletazo
iba dejando trozos de su vida–.
Su trasmayo se rompió una tarde
cansado de atrapar recuerdos
de tantas masacres,
cuerpos mutilados por el poderío
de una cruel violencia
cuyo rostro, para él,
siempre fue desconocido,
aquel paraíso que fuera su tierra
se había extinguido.

Y ahora…
el agua está impura,
se enrojeció el verde,
siembras de amarguras,
cosechas de muerte,
se acabó la caña, se pudrió el trapiche,
ya no hay caimito, calabazo, plátano, pescao,
piangüa, pepenan, ni viche.

Ya no se oyen risas, solo se oyen llantos,
cayó la marimba, cesaron los cantos,
se hundió la balsada, se ahogaron los santos,
se quemó la casa y hoy reina el espanto.
Y el negro…

El negro cogió su canoa
y metió su canalete al agua
y se fue con el río
para ver si en algún recodo
podía atarrayar el olvido.

Su pie tocó
un día playas extranjeras,
a su canoa y canalete
despidió en la arena
y emprendió el camino
hacia un futuro incierto
sin su río, sin su tierra,
sin su mar y sin sus sueños.

Él seguirá viviendo,
él seguirá luchando,
llevando en su pecho
una loza fría
sobre su corazón muerto.

El negro cogió su canoa
y metió su canalete al agua
y se fue…
Se ha ido con el río.

Anda desesperadamente buscando el olvido,
olvido que jamás se alcanza
cuando lo que se ha perdido,
cuando lo que se nos ha arrebatado,
ha sido… ¡el alma!

Lyda Cristina López Hernández

Nació en Ginebra, Valle del Cauca. Es licenciada en Educación Básica Primaria, de la Universidad San Buenaventura de Cali y licenciada en Pedagogía Reeducativa de la Universidad Luis Amigó. Fue finalista en el concurso Ediciones Embalaje, del X Encuentro de Poetas Colombianas con el libro Palabras al margen. Tiene un libro de poemas publicado, Estación del delirio (Cali: Universidad del Valle, 2006, colección Escala de Jacob). Se desempeña como docente en el Colegio Jorges Isaacs, del municipio de Cerrito, Valle del Cauca, desde 2004.

Noches de búhos

¡Cómo dejarte sin saber
que la cobardía es mermelada
de todas las tardes!

Noche y silencio
van diluyéndose tras los búhos
perseguidos por fantasmas.

Al desaparecer mi vecina,
la pesadumbre del ocaso
se hizo más lenta.

La alborada sigue pintando
nueva fatalidad en el día.

Amigo mío: la guerra
cabalga sin tregua,
pisotea los sueños
y no le perdona al tiempo.
SUEÑO DEL BOSQUE.
Vivo en el bosque
de palabras.

Un arco iris dibujado
con el alma de un mendigo
visita el horizonte.
Y los sueños de todos
los inocentes habitan
una casa abandonada.

 

FUENTE: REVISTA ARCADIA

Imagen principal sacada de «Vamos A Andar«