Olga Tokarczuk: Polonia como metáfora

Olga Tokarczuk es una de las escritoras polacas de nuestros días que más ha logrado conciliar en su país una entusiasta acogida crítica y un enorme éxito de ventas. Narradora, poeta y ensayista, Tokarczuk forma parte de los autores de su generación más aclamados en casa y más difundidos fuera de sus fronteras. Licenciada en Psicología y psicoterapeuta de profesión, Tokarczuk trabajó como voluntaria una época con jóvenes afectados por desórdenes mentales. A partir de 1997 se dedicaría por entero a la literatura. Una literatura exigente, poco pegada a lo real, y de un soberbio y deslumbrante trabajo con el lenguaje. En su obra, premiada en dos ocasiones con el premio Nike, el más importante de Polonia, la percepción del mundo real está continuamente atravesada por otros estímulos e inspiraciones.

¿Cómo narrar en clave fantástica, como si fuera una leyenda, una fábula o un poema épico, la historia de un país a lo largo de todo un siglo? Es lo que hizo con su espléndida novela «Un lugar llamado Antaño» (Lumen, 1995) al componer una seductora y terrible metáfora de Polonia, dentro del reducto cerrado y mínimo de un pueblo imaginario de donde las gentes parten a lugares tan reales como Cracovia, Vladivostok, Italia o Brasil. Lugares que convivirán con lo que es presentado como «centro del universo», Antaño, un país de cuentos donde se producen «cosas inexplicables e insólitas» que, sin embargo, guardan un inquietante y siniestro parecido con la Historia oficial que se narra a los niños en las escuelas. Una Historia sufrida por sus padres y abuelos, como sucedió con las dictaduras comunistas del centro y este de Europa.

Otra de sus más celebradas novelas es «Sobre los huesos de los muertos» (Siruela, 2016), que fue llevada al cine por la cineasta polaca Agnieszka Holland. Con la apariencia de una intriga criminal y metafísica de trasfondo rural, en ella se recalca e fuerte compromiso de la autora con una naturaleza y un mundo animal libre, de enorme riqueza, amenazado y en peligro. En ella, una ingeniera retirada que enseña inglés en una escuela se enfrenta con la Policía a un extraño caso de muertes que se suceden en la tranquila localidad de los Sudetes, en la frontera checa.

La monumental «Los hijos de Jacob», de más de mil páginas, significaría un enorme desafío en su carrera. Un desafío en el que invertiría varios años y un sinfín de apasionantes investigaciones. La historia gira en torno a una secta de disidentes del judaísmo del siglo XVIII, guiada por un falso mesías llamado Jacob Frank. En una época, el Siglo de las Luces, en que místicos, alquimistas, magos y herejes se alternaban con fieros defensores de la razón, y en la que sin cesar se debatían nuevas visiones de la sociedad, el sistema de creencias que defendía Frank, muy próximo a la Revolución Francesa, venía a encarnar una especie de acto de emancipación dentro de un universo feudal petrificado, dominado por los prejuicios religiosos y por el inmovilismo.

Por último, «Los errantes» [Anagrama publicará esta novela el próximo 23 de octubre] galardonada con el Premio Man Booker Internacional en 2018, es otra de sus más ambiciosas obras. En ella, conformando una especie de mosaico, se reúnen narraciones que tienen como origen el viaje, relatos que rozan lo fantástico alrededor de sucesos históricos singulares, reflexiones sobre el cuerpo, la muerte, la soledad o las migraciones modernas, pero, sobre todo, un universo que sin cesar no deja nunca de desplazarse.

Tokarczuk es, sin duda, una gran autora de nuestros días. Una autora de una personalidad, de una fuerza poética y de una fe en la literatura realmente magnética y visionaria. Una autora que, en definitiva, reconcilia a los miles de lectores de todo el mundo con los años más gloriosos del premio Nobel de Literatura. Con lo mejor de su historia.

 

FUENTE: ABC