Jorge F. Hernández, entre la memoria propia y ajena

Ante un estilo de vida que cada vez más apresura a comunicarse de la forma más sintetizada posible, Jorge F. Hernández resiste desde la escritura a mano, inmortalizando sus memorias con puño y letra no solo para dejar algo tangible, sino para garantizar que esas palabras de tinta realmente sean escritas a conciencia.

Bajo esta forma Jorge F. Hernández comenzó a dar forma a lo que hoy considera una biografía familiar: “Un bosque flotante”, en el que además de remontarse al entorno natural que caracterizó a Washington durante su infancia, también comparte a profundidad cómo vivió la trombosis de su madre, misma que le ocasionó la pérdida de memoria, factor que sería clave para que el también autor de “La Emperatriz de Lavapiés” se considerara a sí mismo como un niño extraño.

“Fue escrita sabiendo que, desde niño, yo tenía un pendiente con una situación familiar, porque a mi madre le dio una trombosis y perdió la memoria. Cuando la conocí, mi mamá todavía estaba perdida en la amnesia y mi infancia fue la lenta recuperación de su memoria”, explica Jorge F. Hernández, al detallar que parte de esta inquietud también lo llevó a memorar un suceso especial junto a su mejor amigo de la infancia y descubrir que lo que recordaba no sucedió cómo durante tantos años creyó.

“Viví una aventura con mi mejor amigo en el bosque donde vivíamos y hablábamos en inglés. Es como una metáfora de la memoria el bosque o de la amnesia misma. Este amigo hoy habla español y al leer esta historia en voz alta me ayudó a corregirla y me aclaró que lo que yo recordaba de nuestra infancia no era cómo yo la recordaba, eso fue muy afortunado”.

Jorge F. Hernández señala que estas memorias, publicadas por la editorial Alfaguara, explican cómo siendo niño comprendió lo que significa la memoria y qué implica perderla, el cómo impacta a una familia y cómo a raíz de esta situación con su madre le generó una pasión por la historia.

“Eso me marcó, porque yo tengo una memoria de enfermo, es decir, me molesta particularmente cuando se me olvidan ciertas cosas, soy un obsesionado con la memoria, por eso soy historiador”, añade el escritor al recalcar que la ficción, aunque su propuesta narrativa lleva al lector a la esencia de una novela, es la gran ausente en “Un bosque flotante”.

“La propia novela habla de eso, hay momentos en donde metí párrafos de lo que llaman metaliteratura los que saben de ese tema, en donde trato de distinguir entre la crónica veraz o verificable y la imaginación inverificable, que muchas veces también se vuelve inverosímil. No hubo mucho que hacer rollo de ficción, porque en realidad constatan casi todas las escenas que están en la novela que están apuntaladas por cuestiones fácticas como la música, lo que me formó como lector desde niño”.

Para Jorge F. Hernández escarbar en el pasado personal y ajeno siempre conlleva riesgos como la misma naturaleza de estudiar la historia y de cómo se escribe actualmente en lo individual y colectivo.

“Me preocupa mucho que hay un alto índice de ignorancia y amnesia personal y colectiva. Por eso creo que esta novela salió en un momento muy importante, en este nuevo planeta que nos está tocando habitar. Las herramientas para la reconstrucción del pretérito están ahí desde tiempo inmemorial, es algo que preocupó a los mayas y a los griegos, el problema está en que no todo el mundo cobra consciencia de lo importante que es anotar en un papel un nombre aunque lo tengas en una pantalla o pierdes esa pantalla”.

FUENTE: Informador.mx