El viaje truncado por la muerte: la huella de García Lorca en América

Han pasado seis años desde que el realizador español Juan José Ponce se embarcó en la trilogía documental sobre Federico García Lorca y aún le asombra el impacto del poeta español en América Latina. «En primaria, en los colegios, estudian su métrica y recitan sus escritos. Eso me da una idea del hondo significado que tiene este poeta aquí. Algo que no sucede en España».

En 1929, el dramaturgo y prosista andaluz dejó todo para aventurarse en un viaje de descubrimiento en Nueva York: fueron los nueve meses más intensos de su vida personal y literaria. Impulsado por una decepción amorosa y las burlas y peleas con sus excompañeros de la Residencia Estudiantil de Madrid -especialmente con Luis Buñuel quien le habría echado una indirecta con el título de su película El perro andaluz-, se instaló en la Gran Manzana con 31 años y produjo uno de sus libros más importantes: Poeta en Nueva York. Sería la primera parada de un periplo que lo llevaría más tarde a Argentina y Uruguay y cuya última estación, México, no se concretaría; moriría fusilado a manos de los franquistas en 1936 en algún camino de Granada cuando recién empezaba la Guerra Civil. Lunas de Nueva York (2015), Luna grande: un tango por García Lorca (2017) y Luna negra (2019) recoge esas vivencias y las contrasta con las realidades contemporáneas de esos lugares.

Ponce que tiene 15 años de experiencia en el audiovisual, está dedicado a la preproducción de un programa en torno al flamenco y al estreno de la tercera temporada del programa musical de Televisión Española Un país para escucharlo -presentado por el famoso músico Ariel Rot-.

El cineasta le contó a EL TIEMPO detalles de la trilogía documental sobre Lorca que se encuentra disponible en la plataforma Cineco Plus.

Creo que uno de los pluses es el contraste de las ciudades que conoció Lorca con sus panoramas actuales, sus problemas y cualidades.
Uno de los objetivos que nos marcamos cuando afrontamos esta trilogía era acercar la figura de Lorca a la gente que no lo conociera, el nombre nos suena a todos, pero lo que buscaba era atraer a un público menos lorquiano. Y de ahí que juguemos con el Lorca más contemporáneo reflejado en las historias de personajes anónimos que van apareciendo.

Al final la historia de Lorca es la de un autor avanzado para su tiempo. Lo he dicho varias veces: lo que quería era que mi madre, que es una señora sin estudios, entendiera a Lorca y que se acercara a él.

En Lunas de Nueva York se exponen detalles íntimos e inéditos de Lorca.
Para los que no saben mucho de su vida, Lorca hace ese viaje a Nueva York cuando el Romancero gitano ya tiene algo de repercusión, y sus amigo (Salvador) Dalí y (Luis) Buñuel se habían mofado un poco de él. Todo se sumó para que él huyera y buscara otras experiencias, como dice Antonio Muñoz Molina, Lorca volvió de allá siendo un hombre hecho en su sexualidad y en su madurez, convertido en un gran autor y su obra lo demuestra pero la vuelta de tuerca que le da con Poeta en Nueva York hace ver que su experiencia en esa ciudad le da una dimensión que antes no tenía. Lorca no había salido de España, de su Granada, de Madrid y de su residencia estudiantil y Nueva York lo ayudó a descubrir un mundo impresionante en 1929.

De ahí ese paralelismo del que hablamos antes de estos personajes anónimos con Lorca, cuando llega a allá ve esos grandes monstruos que se levantan mirando al cielo, esos rascacielos, que le sorprenden muchísimo, lo mismo que le pasó a una cantante de Granada recién llegó a Nueva York. Al principio te asfixian un poco esas grandes moles como representación del mundo occidental.

Es un recurso muy bonito ese de poner a Lorca en los pies de una cantante, de un actor o de una estudiante de literatura…
Nos gustaba mucho la idea de atar a la imagen de Lorca a la experiencia de personas anónimas que están ahí y que son muy lorquianas. Es ver en primera persona como las ha influido el autor. De alguna manera el espectador se ve reflejado más que con una voz en off que vaya contando la historia de Lorca. Aparte de que eso se ha hecho muchas veces, podríamos caer en un formato muy ortodoxo de explicar el viaje de Lorca.

 

Es interesante la conexión que Lorca halla en ese viaje entre el universo gitano y el de los afros, sus culturas y sus marginalidades.
Es algo que Lorca identificó plenamente. Y también por el lado personal él explotó al máximo su sexualidad cuando descubre el mundo de los negros. Era un chico de 30 años, que había estado la mayor parte de su vida en pueblos y ciudades pequeñas y que un día llega a la Gran Manzana. Lorca también era un ser musical, había hecho un paralelismo del mundo gitano, del flamenco, con la música de la raza negra, nacida de la tierra con profundas raíces, como el blues y el jazz. Tienen muchas similitudes como cantos de la opresión y la marginalidad. Eso despertó su admiración.

Vayamos al principio de todo: ¿por qué decide contar esta trilogía de Lorca planteada de esa manera?
La genial idea original fue del periodista andaluz Antonio Ramos Espejo y se la propuso a Producciones Cibeles de Sevilla, que me contacta para dirigirla. Me dieron la libertad que necesité para buscar las herramientas para expresar y visibilizar estos viajes. Yo no soy un entendido de Lorca y después de hacer esta trilogía tampoco…porque cuánto más sabes más eres consciente de lo que desconoces.

Debí documentarme, me rodee de dos guionistas maravillosos -José Romero y Javier Vidal- y a partir de ahí decidimos darle esa mirada contemporánea, y no algo tocho -como se le dice coloquialmente en España a algo tonto o terco-, sino que tuviera ese ingrediente para que el espectador promedio y poco lorquiano pudiera conectar.

 

Parece que les tomó mucho tiempo la preparación…
¡No te creas! Al final con la ayuda de los guionistas y de la producción, más o menos fueron tres meses dedicados a cada documental, no fueron años de estudio ni nada por el estilo.

A diferencia de su viaje a Nueva York, a donde Lorca llegó como un completo desconocido, a Buenos Aires llegó como una estrella…
Luna grande: un tango por García Lorca aborda el viaje que en 1933 hace el escritor a Buenos Aires y Montevideo. Y sí, allá llega «con fama de torero», como le dice a su familia en las cartas que les envía –otro de los ejes de la trilogía son esas misivas que mantiene con ellos–. Lorca no se espera el recibimiento multitudinario, es donde más entrevistas concede a la radio y la prensa. Llega como una estrella de Hollywood y allí es donde se convierte en un grandísimo dramaturgo, donde su literatura y su teatro cobra más repercusión. Acaba de estrenarse Bodas de sangre y asiste a los lanzamientos, y la gente se pone de pie y lo vitorea.
Con esa idea de hacerlo contemporáneo, nos pusimos a averiguar sobre la repercusión de la obra de Lorca en los bonaerenses a través de unos titiriteros o una señora de noventa y tantos años que tiene todos los libros de Lorca desde las primeras ediciones y fotos de él como si fueran de su hijo.

Una de las cosas más enigmáticas ha sido encontrar la voz del poeta y allá seguramente dio muchas entrevistas que se grabaron…
Si hay algún registro sonoro de la voz de Lorca tiene que estar en un sótano porteño. Nosotros la buscamos, porque teníamos algunas pistas, que resultaron falsas. Hicimos un esfuerzo enorme en buscarla, pero no la pudimos encontrar. Pero queda toda la importancia de la obra de él aquí. Y eso es algo que me sorprende, lo conocidísima que es su obra en Buenos Aires, en aquellos tiempos mucho más que en España.
Durante ese viaje, Lorca conoció a Gardel y a Jorge Luis Borges…imagínate a estos tres, sentados en un café porteño hablando de literatura y de música…algo mágico.

La última entrega de la trilogía, Luna negra es el viaje que Lorca nunca pudo hacer…
Así es, a México. Alguna vez Lorca le dijo a su mamá: ‘Si no sabes de mí, búscame en Cuba o en México». Él amaba a México, quería viajar allá y dar a conocer su obra. Cuentan que incluso ya tenía los boletos para irse desde España, pero todo se truncó trágicamente, ya sabemos cómo -Lorca fue fusilado-. Nosotros lo que hicimos fue un ejercicio de reconstrucción de cómo lo habrían recibido allá, qué se habría encontrado.

Hay una deuda que España tiene pendiente y lo abordan los documentales: identificar y enterrar a los fusilados de la Guerra Civil. Y Lorca es una de esas víctimas.
En Luna negra incluimos al juez Baltasar Garzón que siempre ha estado a la cabeza de esa discusión muy loable y bien señalada: los muertos que están en las cunetas (fosas comunes) o se les hace su homenaje o esa herida estará siempre abierta. Y la herida de Lorca sigue ahí.

Para esta entrega entrevistamos a la nieta de uno de los escritores que fueron fusilados al lado de Lorca y nos muestra el reloj que le dio su abuelo, justo en la hora en que él se lo dio. Ella dice que por lo menos a Lorca se le busca, y si se encuentra aparecerán los restos de su abuelo… pero es que hay miles de fusilados desaparecidos y a estos nadie los busca.

 

 

FUENTE: EL TIEMPO