La Biblioteca Pública de Nueva York sale al rescate de los libros prohibidos en EE UU

Los socios de la Biblioteca Pública de Nueva York pueden descargar, a golpe de clic, cientos de miles de títulos, desde obras infantiles al último ensayo sobre Ucrania. Sin moverse de casa, gratis y en cuestión de segundos. O acercarse si prefieren a cualquiera de los cientos de sucursales que la institución tiene repartidas por todos los barrios de la ciudad. Ahora, además, a modo de santuario temporal de la libertad de expresión, la institución ofrecerá al público en general una lista de libros prohibidos o perseguidos en varios Estados del país: obras de temática de género, LGTBIQ+, identidad, raza… Todos aquellos asuntos que despiertan los demonios de la derecha radical, en un país polarizado hasta la médula y en el que el veto republicano está contribuyendo con ardor a reescribir una grosera versión del clásico Fahrenheit 451, la novela distópica de Ray Bradbury que ya en los cincuenta alumbró un escenario apocalíptico, de piras de libros ardiendo.

Gracias a un nuevo programa anunciado esta semana, cualquier persona, no solo los titulares de la tarjeta de la Biblioteca Pública de Nueva York —un servicio público gratuito—, puede buscar, pedir prestados y leer en formato electrónico una selección de libros cuestionados (y a menudo prohibidos) tras descargarlos gratuitamente en la aplicación de la biblioteca. El programa, denominado Libros para Todos, se extenderá en principio hasta finales de mayo.

La iniciativa recoge una lista de títulos polémicos que han suscitado especial atención, algunos durante décadas y otros en los últimos meses, en la prolongada contienda que enfrenta a los partidarios del derecho de los padres a seleccionar los libros que sus hijos leen en la escuela y las bibliotecas, y a quienes recuerdan los riesgos mucho mayores que históricamente ha supuesto el hecho de prohibir libros. No es una polémica nueva, ha recordado la institución al presentar el programa, “la diferencia en este momento es que algunos Estados están elevando estas quejas al rango de ley”.

Vetar libros en bibliotecas públicas y colegios no es un fenómeno reciente, pero se ha extendido por Estados Unidos como una mancha de aceite, gracias a la radicalización de la derecha y su reacción a las movilizaciones sociales contra el racismo o la progresiva normalización de la comunidad LGBTIQ+. El contenido sexual y de temática racial es predominante en la mayor parte de los libros censurados: de Maus, la clásica novela gráfica de Art Spiegelman sobre el Holocausto, retirada de la lista de lecturas escolares; a Beloved, la obra sobre la experiencia de la esclavitud de la premio Nobel Toni Morrison, pasando por El cuento de la criada de Margaret Atwood y su cruda denuncia del totalitarismo.

También superventas como las sagas de Harry Potter y de Crepúsculo han ardido literalmente en piras fundamentalistas por su “influencia demoniaca sobre la juventud”. La lectura de un irreverente libro infantil en una escuela de primaria de Misisipi motivó el despido del profesor auxiliar que la había elegido. Entre los censores hay desde padres de familia a gobernadores republicanos, pasando por pastores.

Nueva York no es Tennessee ni Texas ni Oklahoma, algunos de los Estados más críticos y censores de los libros que no gustan a quienes votan a sus gobernadores. Nueva York es una isla en lo ideológico y en lo cultural, y la magna Biblioteca Pública, uno de los tesoros de una ciudad en la que la mayor parte de opciones de ocio son de pago. En un post publicado este miércoles, titulado La Biblioteca Pública de Nueva York apoya el derecho a leer libros prohibidos, el presidente de la institución, Tony Marx, señala que el papel de la misma es “es asegurarse de que no se borre ninguna perspectiva, ninguna idea, ninguna identidad”.

“Las personas tienen derecho a leer o no leer lo que quieran, pero esos libros deben estar disponibles, para el adolescente que tiene preguntas y quiere encontrar respuestas en privado; para el adulto que siente curiosidad por temas en los que no tiene experiencia personal; para aquellos que quieren hacer su propia indagación y tomar decisiones informadas basadas en hechos”, escribió.

El nuevo Index ha encontrado en la venerable institución neoyorquina, que alberga en el subsuelo cientos de historias sin contar y la sabiduría acumulada de millones de obras, un freno, al menos de momento. Entre los títulos que ofrece el programa figura un clásico de la literatura estadounidense: El guardián entre el centeno, de J. D. Salinger, la novela que ha inoculado la afición a la lectura en decenas de generaciones y que, por su abordaje de temas como la prostitución, el sexo en la adolescencia o el consumo de alcohol y tabaco, figura en la estrecha mira de los censores desde que se publicó. Para remachar su fama de «maldito», se trata del libro que el asesino de John Lennon llevaba encima cuando terminó con la vida del músico

 

FUENTE: EL PAÍS