Ridley Scott: muchas cámaras, muchos proyectos y mucha mala uva

Ha dirigido más de 2.500 anuncios televisivos, 27 largometrajes y es el productor de cerca de 100 títulos entre series, documentales y películas. Y eso a pesar de que no dirigió su primera película, Los duelistas, hasta los 40.

Ahora, a sus 84 primaveras, Ridley Scott no puede (ni quiere) parar. Lo dice él mismo, con orgullo y sin mirar atrás: «No puedes parar, tío. No puedes parar nunca. Una vez que paras, es posible que no puedas volver a levantarte de nuevo», declaró en una reciente entrevista publicada en el diario The Guardian.

El cineasta inglés, capaz de lo mejor y de lo peor, padre cinematográfico de mortíferas criaturas del espacio exterior, androides con inquietudes metafísicas y heroínas de armas tomar, es una imparable fuerza de la industria audiovisual.

Con la pandemia, la mayoría de directores retrasaron sus proyectos, rodajes y estrenos, pero Ridley Scott no es de los que se achantan: en apenas 20 meses se las apañó para rodar y estrenar en cines dos superproducciones como El último duelo, epopeya sobre la misoginia y la justicia en la Francia medieval, y La casa Gucci, melodrama pasado de vueltas sobre la célebre familia de la moda italiana.

Una de las claves para semejante productividad está en lo bien engrasada que está la maquinaria de su empresa, Ridley Scott Creative Group, con 80 empleados entre los que está su hijo, el también director Luke Scott, y el trabajo con multicámara que utiliza desde Thelma & Louise y ha acabado por convertir en toda una sinfonía con él manejando la batuta.

Como cuenta en The Hollywood Reporter, empezó rodando con seis cámaras, para no hacer repetir las secuencias ni a técnicos ni a los actores y perder frescura por el camino, y desde Blackhawk derribado (2001) lo hace hasta con 11 a la vez. Mientras él se encarga de llevar una de las cámaras, da órdenes a los demás operadores para que reencuadren sin perderse ningún detalle de la acción.

Si a eso le sumamos que El último duelo es la misma historia contada desde tres puntos de vista distintos, al más puro estilo Rashomon, el ahorro de tiempo y, por tanto, de dinero es más que considerable. Precisamente por eso es tan valorado entre los ejecutivos de la industria, por su capacidad para ceñirse al calendario y al presupuesto.

Hay quien también ve sus dos recientes películas, y quizá no le falte razón, como un desfile sin igual de pelucas, acentos, peinados y disfraces, a cual más estrambótico. El último duelo se pegó un buen batacazo en taquilla por culpa de los millennials, según Scott («no quieren que nadie les enseñe nada a menos que se lo cuenten desde el móvil»), y La casa Gucci logró mayor repercusión popular, premios y nominaciones incluidos, pero despertó las iras de la famiglia. «Tienen los mejores actores del mundo interpretándolos, deberían sentirse jodidamente afortunados», atizó Ridley.

Definitivamente, no está para bromas.

A estas alturas, ¿quién le puede reprochar cualquier exceso al director de Alien, el octavo pasajero o Blade Runner? Desde luego, no los periodistas. Cuando uno fue tan imprudente como para decirle en una entrevista que El último duelo era más realista que El reino de los cielos o Robin Hood, Scott no se lo tomó como un cumplido. «Que te jodan. Que te jodan. Muchas gracias. Que te jodan. Vete a la mierda. Continúa».

Así se las gasta el octogenario más hiperactivo del cine actual.

Ahora, su nombre vuelve a aparecer como productor en los créditos de la segunda temporada de Raised by wolves, que llega estos días a HBO Max. Poco importa que después de los dos primeros capítulos de la serie, que dirigió el propio Scott, la cosa se fuera de madre y se convirtiera en lo más parecido a la precuela de un crossover de un spin-off de serie B entre Alien y Blade Runner.

Androides, horror, religión, profecías, criaturas extraterres-tres… Todo removido, no mezclado. Y muy indigesto. Lo importante es que está asociada a su nombre, al igual que el inminente estreno de Muerte en el Nilo. Y en una industria en la que lo fundamental son las apariencias y la cantidad prima sobre la calidad, que te relacionen con Ridley Scott ya es una señal de distinción.

Y más que habrá: tiene en marcha 15 títulos entre películas y series como productor y cuatro como director, entre ellos Kitbag, biopic sobre Napoleón, y la secuela de Gladiator. Queda Ridley Scott para rato.

FUENTE: EL MUNDO